jueves, 2 de octubre de 2008

Muestra de la cátedra

Compañeros : según lo conversado informalmente en la última reunión de cátedra nos pareció oportuno proponer a nuestros alumnos la realización de una muestra de trabajos en los que aparezcan los temas tratados en la cursada y además se vea nuestra presencia como cátedra en Ciudad.Estamos tramitando el espacio donde se hará la muestra, se espera que los trabajos puedan ser presentados el miércoles 5 de noviembre y se inaugure el jueves 6 por la tarde.La participación de los alumnos será obligatoria. Hay un "comité organizador" integrado por M Elina , Valeria,Pablo y Mariana y todos los que quieran sumarse.Necesitamos la colaboración de todos por supuesto , la próxima semana les llegará la propuesta por escrito para repartir a los alumnos pero sería bueno ir anticipándoles la actividad. Saludos a todos.


MUESTRA. "LA CATEDRA DE ANTROPOLOGIA SE EXPRESA."

Propuesta para los alumnos de la Cátedra de Antropología (Prof. Cristina Chiriguini)del CBC. UBA

La propuesta apunta a que nuestros alumnos seleccionen alguno de los siguientes ejes temáticos a partir de los contenidos desarrollados durante la cursada y se expresen a través de dibujos, fotografías o collages. Participarán todas las comisiones. La forma de presentación será en formato A·3 y en grupos de entre tres y cinco participantes.Se aclarará en cada presentación el nombre de los participantes y la comisión a la que pertenecen .Los trabajos se recibirán y serán expuestos en un lugar de la sede a confirmar durante la primera semana de noviembre.Un jurado a designar seleccionará los mejores trabajos que recibirán menciones especiales durante el acto de apertura de la muestra. Deberán participar de la inauguración al menos uno de los integrantes de cada uno de los grupos.

EJES TEMÁTICOS PROPUESTOS

1- LA MIRADA HACIA EL OTRO.
2 -ANTROPOLOGIA:CULTURA Y DISEÑO
3 -DIVERSIDAD,DESIGUALDAD ,DISCRIMINACION
4- LO LOCAL EN UN MUNDO GLOBAL

martes, 23 de septiembre de 2008

Clase del jueves 25 de septiembre de 2008

El jueves tenemos clase normalmente. Lean!!!!! Benito.

jueves, 5 de junio de 2008

clase del 9 de junio

El lunes tenemos clase normalmente. Benito.

domingo, 27 de abril de 2008

clase lunes 28

Mañana nos vemos como siempre. Lean!!!! Benito.

miércoles, 16 de abril de 2008

Violencia población e identidad

ESTO ES PARA UN FUTURO TRABAJO PRÁCTICO.





VIOLENCIA, POBLACIÓN E IDENTIDAD EN LA COLONIZACIÓN DE AMÉRICA HISPÁNICA
Las secuelas demográficas de la conquista.

Benito R. Narvaja y Luisa V. Pinotti

INTRODUCCIÓN


Hace 180 millones de años el gran y único continente terrestre, Pangea, comenzó a resquebrajarse a lo largo de líneas de intensa actividad sísmica, dando lugar a la formación de los continentes que conocemos en la actualidad, a través de un largo proceso geológico conocido como deriva continental.

El continente americano quedó así separado de Eurasia, durante un largo período, solo interrumpido por periódicos enlaces debidos a sucesivas reapariciones de Beringia* y, en un proceso de varios millones de años de aislamiento, su bioma se fue transformando con las características particulares que a su arribo a estas tierras encuentran los cazadores paleolíticos provenientes de Asia primero y los europeos varios milenios más tarde.

Cuando hace aproximadamente 40 millones de años América del Norte y América del Sur se separaron de Eurasia y de África respectivamente, los mecanismos evolutivos operaron en el sentido de producir en el “viejo mundo” las especializaciones conducentes al linaje Homo (Tapia, Pinotti, Icasate, 1995).

El ser humano pertenece a la especie cuya conducta flexible le permite no solo adaptarse sino también modificar cualquier ambiente creando las condiciones de su propia existencia lo que hace que sea el más extendido de los animales que pueblan la tierra. Su extrema adaptabilidad radica en el hecho de no tener que aguardar azarosos cambios genéticos que le permitan ocupar otros hábitats, sino que a partir de un organismo capacitado para el uso del lenguaje y la manipulación de instrumentos, pudo liberarse de los condicionamientos que limitan a otras especies a un ambiente exclusivo pudiendo abandonar las savanas de África, e ir colonizando, mediante sucesivos movimientos migratorios, la totalidad de los territorios disponibles.

* Gran puente intercontinental formado por las tierras emergidas de lo que hoy constituye el Estrecho de Bering (Dikov, 1994)


Un muy importante episodio de este proceso migratorio ocurrió, cuando algunos cazadores recolectores, aprovechando una de las temporarias anexiones entre América del Norte y Siberia, penetraron al continente americano, comenzando un prolongado y aún no bien conocido proceso de colonización. Así durante casi 100 años, la controversia ha caracterizado a los estudios sobre el poblamiento del Nuevo Mundo sobre todo aquellos que se refieren a la primera oleada de pobladores. De modo que mientras la presencia de Homo sapiens sapiens en Norteamérica y Sudamérica para el final del Pleistoceno -alrededor de 11000 años antes del presente-, esta ampliamente documentada por el registro arqueológico y hay gran consenso entre los investigadores al respecto, los arqueólogos continúan debatiendo la cuestión del asentamiento mas temprano, cuyos fechados y asociaciones instrumentales son más dudosos.

Llegados a este punto, merece una pequeña reflexión la cuestión de por qué algunos grupos de individuos abandonan los territorios conocidos para adentrarse en otros que agregan, muchas veces, al problema del desconocimiento del medio el de la inhospitalidad del mismo.

Igual atención merece el hecho de que algunos pueblos cambien sus formas tradicionales de subsistencia para sumergirse en un proceso de cambio tecnológico, mientras otros permanecen sin cambios durante milenios.

Debe tenerse en cuenta que los cazadores paleolíticos que transitaron la tundra que unía Alaska con Siberia siguiendo las manadas de bisontes, mastodontes, mamuts etc, encontraron un casquete de hielos continentales que ocupaba casi todo el norte de América hasta México.

Debemos considerar también que el pasaje de un sistema de subsistencia basado en la caza y la recolección implica, según las mediciones efectuadas por antropólogos en pueblos que actualmente desarrollan ese estilo de vida, y que pueden ser tomados como ejemplo de los ya extinguidos, solo dos jornadas de trabajo semanales, de un trabajo por demás variado y hasta entretenido, mientras que la subsistencia mediante algún tipo de agricultura requiere de extensas jornadas de tedioso trabajo durante todos los días de la semana, ocupado no solo en la directa obtención del alimento, sino también en el mantenimiento de la infraestructura (vivienda, edificios comunales y/o estatales, obras de irrigación, caminos, sementeras, etc.) que se deteriora y es necesario reparar permanentemente. (Boserup; Bourgeois-Pichat, 1984)

¿Qué es entonces lo que impulsa a algunos pueblos a acometer semejantes empresas de transformación?

¿El afán de aventuras? ¿El espíritu emprendedor, diferencial según la “raza”? ¿La casualidad del hallazgo o de la invención? ¿Las enseñanzas de “los extraterrestres”?

Una respuesta posible es pensar el cambio como resultado de la necesidad planteada en términos de presión ecológica. De modo que si en algún momento se agotan o disminuyen los recursos del ambiente la población deba optar, deliberada o inconscientemente por disminuir el numero de hijos, aumentar la mortalidad -generalmente mediante el infanticidio-, migrar y/o tornarse más productivos. Cuando la opción es por alguna de las dos últimas alternativas suelen ocurrir importantes transformaciones. (Cohen 1981)

Esta cuestión del cambio social es uno de los problemas centrales de las ciencias sociales, y es mucho más complejo de lo aquí enunciado. Lo introducimos porque tiene relevancia no solo para entender la cuestión del poblamiento americano, sino que será crucial para entender el resultado del encuentro entre europeos y americanos en los tiempos modernos.

El caso es que en general, con intensidades diversas, dependiendo también de distintos hábitats, los americanos optaron por las dos últimas alternativas, extendiéndose hasta el extremo sur del continente hacia el onceavo milenio antes del presente.

PRIMERA PARTE

Algunas estimaciones acerca del numero de habitantes de la América prehispanica.


Respecto del número de habitantes de América a finales del siglo XV, cuando irrumpen los europeos, las estimaciones van de un mínimo de 8,5 millones de individuos calculados por Kroeber , a un máximo de entre 90 a 112 millones, cifra esta que según veremos parece más realista, calculado por Dobyns. (Sánchez Albornoz; Moreno, 1968)


El año 1492 encontró a América poblada por distintos grupos con modos de producción y organizaciones sociales muy diferentes.

Entre los pueblos que mayor importancia cuantitativa tenían, y continúan teniendo sus descendientes, se encuentran los mayas y aztecas de Centroamérica y los incas asentados principalmente en Perú, Bolivia y Ecuador. El éxito reproductivo de estos pueblos se fundó en una economía basada en una agricultura intensiva de regadío servida por un sistema de canales controlados por un poder central, constituyendo estados a semejanza de las civilizaciones de Mesopotamia (2.300 a. C.), Egipto (2.000 a. C.), China (1.100 a. C.), India (300 a. C.) y Camboya (600) (Ribeiro, 1985).

Existen muy distintas opiniones acerca del número de integrantes de estos grupos. Por constituir los mismos el grueso de la población americana del período, la estimación de su número será relevante para aproximarse a la cifra total.

Al respecto, entre los cálculos más moderados Kroeber (1939) admite que entre incas, aztecas y mayas sumaban unos 6,3 millones de individuos. En forma parecida se pronuncian Rosemblat (1954) calculando 7,8 millones y Steward (1949) elevando a 9,2 millones esa cifra.

Kroeber realizo sus cálculos mediante la proyección hacia atrás de la tasa de crecimiento de la población indígena de México registrada entre la estimación de Humbolt a fines del S. XVIII y el Censo Nacional de 1930. La operación se basa en la suposición de un crecimiento parejo desde la conquista, dejando de lado los estragos que causó la dominación española. Sobre este aspecto volveremos más adelante. (Sánchez Albornoz y Moreno, 1968.)

Otro antropólogo norteamericano, Dobyns (1966), se sitúa en las antípodas de los antes citados y tomando como base la menor cantidad de individuos contabilizados por cada pueblo luego de la conquista europea, considerando que el impacto demográfico de la conquista significó una merma del 95% de los efectivos en cuestión, multiplica estas cifras por 20 o 25 y calcula un total de entre 90 a 112 millones para la población americana en el año 1492, asignando 30 millones a México y 30 millones a Perú.

Los antropólogos de la Escuela de California Cook y Borah (1966) aplican técnicas de mayor rigor para dar cuenta de la población de México central. Tomando como punto de partida los habitantes del área en torno a 1565, estimada por la información proveniente del registro fiscal, y calculando que según surge de diversos documentos la tasa de despoblación entre 1550 y 1570 habría sido de un 3,8 % anual, concluyen que Hernán Cortes halló al desembarcar aproximadamente 25 millones de individuos.

Para el área andina, según los censos de 1571, teniendo en cuenta las enfermedades, las guerras civiles provocadas por la conquista y los traslados de población, Rowe estima en seis millones (Rowe, 1947) y Cook en 13 millones de personas (Cook, 1981).

Otros investigadores como Backener (1979) sostienen que la dispersión de la población americana que obviamente tiene que ver con las estimaciones finales de su número en tiempos prehispánicos, se debería a la escasez de proteínas de origen animal en el ambiente, debiendo recurrir por lo tanto a fuentes alternativas de proteínas de este origen . También sostiene que el pequeño numero de descendientes actuales se debería a la dispersión de la población en función de las guerras y enfermedades postcolombinas.

Las evidencias geológicas y arqueológicas revelan que en los últimos 2000 años se produjo un profundo cambio ecológico donde la sustitución de la foresta por la savana produjo movimientos migratorios y una gran competencia por los recursos. La agricultura de roza en la zona de bosques en las tierras bajas de América, intensifico la erosión y produjo un deterioro en la calidad de la alimentación por la sustitución de vegetales consumidos, tendencia que se agudiza en tiempos posteriores a la colonización europea.
De todos modos, los cálculos con tendencia alcista, continúan sucediéndose aportando cifras cada vez más confiables, ya que son el resultado de la utilización de diversas fuentes de datos, como las estadísticas sobre productividad agrícola, urbanización, nutrición, epidemiología, tributación, perfeccionamiento de las técnicas de investigación arqueológica etc.

Podemos concluir entonces, provisionalmente, que la población correspondiente a los Estados de Regadío (Darcy Ribeiro, 1985) comprendió entre 70 y 112 millones de individuos. Un siglo y medio después estas poblaciones se habrían reducido a 3,5 millones.

El primer poblamiento de América

De acuerdo con la información proporcionada por la geología las condiciones adecuadas para el pasaje de animales y hombres por el estrecho de Bering debieron producirse durante la glaciación Wisconsin - Würm europea- cuando el nivel medio del mar descendió mas allá de los 100 metros debajo del actual por retención de aguas en forma de hielos continentales. Estos en forma de dos grandes masas -Laurentina en el Este y Cordillerana en el Oeste- al avanzar hacia el sur habrían formado una barrera continua durante los periodos de mayor crudeza mientras que en los estadios mas cálidos se habría formado un corredor ante la retracción de los hielos hacia el este de las Rocosas, por donde habrían pasado animales y hombres penetrando por el resto del continente y hacia el sur (Dikov, 1994) (ver mapa).

Las fechas para Wisconsin temprano se ubican en los 70.000 años, de 35.000 a 25.000 el Wisconsin medio y 20.000 a 18000 el Wisconsin tardío cuando la glaciación alcanzo su máxima intensidad. De este modo las posibilidades de paso se verían reducidas a tres momentos: hacia los 70.000, los 20.000 y los 14.000 años, momentos en los cuales la glaciación hace descender el nivel del mar y deja descubierto el puente de Bering, pero al mismo tiempo no ha avanzado lo suficiente como para que se bloquee el paso del corredor libre de hielos entre las dos masas de hielos continentales; Laurentina y Cordillerana. (Tarragó, 1980; Hoffecker, Powers,Goebel, 1993, Dikov, 1994 )


Teniendo en cuenta que desde hacia ya 200.000 años el Homo sapiens neanderthalensis había logrado una buena adaptación al frío no existirían impedimentos para el ingreso humano al nuevo continente. Por otra parte la antropología biológica corrobora el origen asiático de la primera oleada de población pero se esta aun en discusión si evoluciono a partir de un tronco de Homo sapiens arcaico único o mestizado. Así, la variabilidad intra poblacional observada en el presente podría ser fruto de sucesivas oleadas migratorias o bien respuestas adaptativas que no excluyen la acción de otros factores microevolutivos como mutaciones y deriva gënica en poblaciones temporalmente aisladas. (Tapia; Pinotti; Icasate. 1995) Estudios efectuados sobre las lenguas aborígenes por Greenberg y Ruhlen (1993) nos indican que la variación proviene de 3 familias y como cada una de ellas es mas afín a las familias asiáticas que a cada una de ellas entre sí esto los lleva a suponer que hubo tres oleadas provenientes de Asia. En apoyo de esta hipótesis los estudios de genética de Cavalli Sforza sostienen que los aborígenes americanos se pueden agrupar en tres grupos que se corresponden con las tres familias lingüísticas. Por otra parte Wallace (1990) con estimaciones efectuadas sobre ADN mitocondrial llegaría a las mismas conclusiones. Tal correspondencia entre lenguas y genes se debería a que ambos sistemas aunque independientes entre si, se comportan de modo similar. Así cuando un grupo humano se desplaza acumula modificaciones en su lengua y en su patrimonio genético, de modo que pueden rastrearse sus orígenes a través de ambas vías siendo una fuente de verificación de la otra (Cavalli-Sforza, 1992; Greenberg, Ruhlen, 1993).

Al mismo tiempo la arqueología asevera que mientras los sitios pertenecientes a las “culturas paleoindias” -Folsom, Clovis, Plano- están bien caracterizados como lugares a cielo abierto cercanos a fuentes de agua, fogones con estratos bien datados, en algunos casos en lugares altos con buena visibilidad -para observar las manadas de animales a cazar-, con puntas de proyectil, y asociaciones bastante claras con megafauna extinguida- bisontes, mamuts, mastodontes-, los sitios más tempranos ofrecen tanta variabilidad que los investigadores no se han puesto aun de acuerdo.

Las evidencias arqueológicas disponibles para tiempos anteriores refieren patrones de subsistencia heterogéneos basados presumiblemente en la caza de pequeños animales y la recolección, con tecnología lítica más rudimentaria, frecuentemente sin puntas de proyectil y sitios de habitación localizados habitualmente en cuevas, aleros y costas marítimas. Para América del norte los sitios y fechados conocidos son: Tule Springs (28.000 A.P), Santa Rosa (29.650+2.500), Lewisville (37.000 A.P.), Old Crow (25.000 A.P.), Tlapacoya (23.100+950). Estos lugares rechazados por diversas razones por lo que se ha dado en llamar “la policía clovis”*, avalarían sin embargo un poblamiento mucho más antiguo para nuestro continente (Pelaez, 1992; Hoffecker, Powers,Goebel, 1993)
De todos modos si consideramos que:
a. disponemos de fechados más arcaicos aun en el extremo austral de América del sur que los 11.000 años;
b. siendo que la disponibilidad de recursos disminuye con el aumento de la latitud, estando la dieta en el extremo sur patagónico centrada en el guanaco, el hipidium y el mylodon “en un marco de demografía baja”(Borrero, 1992, 1995), pero que igualmente ocuparon tan tempranamente ese territorio;
*”policía Clovis” se refiere a un grupo de científicos que destruyen toda evidencia que indique una antiguedad mayor para el poblamiento de Amérifc


c. que hasta ahora la única vía de poblamiento comprobada es a través del Estrecho de Bering;
d. que esto supone una exclusiva dirección posible de Norte a Sur;
e; que las tasas de incremento de población para los primitivos cazadores recolectores son de las más bajas y;
f. que el territorio cubierto es de varios miles de kilómetros cuadrados, resulta casi irrebatible que el Homo sapiens sapiens colonizó este continente en tiempos más remotos que los registrados por alguna evidencia actualmente aceptada.

De acuerdo con la dirección del poblamiento los fechados mas antiguos deberían rastrease en Alaska, el Yucón y Beringia (Fagan, 1993; Dikov, 1994). Las dificultades que subyacen en algunos casos es que los sitios de ocupación mas tempranos estarían hoy sepultados por las aguas del mar o las evidencias estarían dispersas por acción del desplazamiento de los glaciares u otros procesos geomorfologicos. Y a esto debe sumarse la gran movilidad de los grupos primitivos que dejan escasas evidencias aptas para el registro.

Por otra parte, se han propuesto distintos modelos de migración con tasas de incremento de población de cazadores recolectores que oscilarían entre 0.1 anual, que produciría una duplicación de la población cada 700 años aproximadamente, y 3.4 %, que duplicaría la población en poco más de 20 años, lo que nos habla de una extrema disparidad de criterios. Sin embargo, últimamente ha logrado mas consenso y firmeza teórica el que propone una migración lenta, con avance gradual que comenzaría hace unos 40.000 años formada por cazadores recolectores con una tasa de incremento anual de 0.1. El modelo supone en lugar de un movimiento sistemático de muchos individuos que se desplazan rápidamente, grupos de no mas de 30 personas que se van traslandando lentamente -en tres fases: exploración, colonización y ocupación- en pos de nuevos territorios a medida que disminuyen o agotan los recursos o el aumento de la población ocaciona la formación de nuevas bandas (Giddings, 1952, Mac Neish, 1973, 1976, Borrero, 1980).

Conviene hacer un alto aquí para ocuparnos de la información demográfica sobre la fertilidad entre los grupos de recolectores, dado que la humanidad debe su existencia fundamentalmente a esta actividad. En estos grupos, como también entre los cazadores, las mujeres aportan a la dieta cotidiana entre el 60 y el 80 % del alimento vegetal y las proteínas provenientes de pequeños animales, que son fuente de recursos de disponibilidad permanente (Tanner y Zihlman, 1976). La actividad recolectora tendría un efecto fisiológico indirecto en la fecundidad femenina. En las hembras humanas como sucede con otros mamíferos su fertilidad esta directamente relacionada con la dieta, el desgaste energético por el desplazamiento, la carga del trabajo, la lactancia y el estres psicosocial, que repercuten en la acumulación de tejido adiposo cuya proporción en el organismo femenino influye en la producción de estrógeneos que intervienen en la ovulación y la fijación del calcio (Fisch, 1980, Harris, Ross, 1987). De modo que habría un máximo de fecundación en las épocas de máximo peso corporal que tratándose de cazadores-recolectores correspondería a la estación de la abundancia. Es decir que en epocas donde no existían mecanismos eficaces para almacenar comida el cuerpo se convertiría en el exclusivo depósito de reservas en forma de tejido adiposo para hacer frente a las fluctuaciones del ambiente. Pero a su vez como la grasa en la mujer deviene en estrógenos que provocan la ovulación, esto condicionó fuertemente la reproducción.

No obstante este “regulador natural” ningún grupo que se desplace puede permitir que una mujer tenga al mismo tiempo más de un hijo que precise ayuda de un adulto para poder seguir al grupo en su errar vagabundo, ni de la lactancia, que es la principal forma de alimentación de los bebés entre estos grupos. En aras de la supervivencia, en casi todas las sociedades humanas se verificaron prácticas encaminadas a limitar o espaciar los nacimientos: lactancia prolongada, diversos métodos anticonceptivos, reparto desigual del alimento en favor del varón, infanticidio directo o indirecto, etc. Resumiendo, si entre los cazadores recolectores las mujeres tienen su menarca tardíamente, si el promedio de vida es menor y el período reproductivo se ve acortado, la tasa de nacimientos es inferior (Wrigley,1969, Harris y Ross, 1988). Esto sumado a la mortalidad por enfermedades y/o accidentes, se reduce notablemente la tasa de incremento total de la población. En consecuencia, debió transcurrir mucho tiempo para que se colonizara todo el continente antes de la implementación de las prácticas agrícolas y la posibilidad de habilitar métodos eficaces de almacenamiento.

Se sugiere que el tiempo transcurrido durante el desplazamiento por nuevos territorios, donde no siempre se dieron las mismas condiciones ecológicas, con una única estrategia adaptativa, teniendo en cuenta que las distancias entre algunos sitios superan los 1000 km y mas aun, explicarían la diversidad tecnológica manifiesta en las industrias liticas de los sistemas adaptativos de las poblaciones de Norte y Sudamérica (Borrero, 1980, 1995). Por otra parte la falta de continuidad ecológica explicaría las diferencias entre los pueblos que ocuparon las tierras altas y las bajas



El Mosaico de la población americana


A la llegada de los españoles América estaba habitada por pueblos de una gran diversidad cultural de acuerdo a la heterogeneidad ecológica del continente. Escapa a los fines de este trabajo la descripción de todas y cada una de ellas. Sin embargo se hace imprescindible una imágen aproximada de los pueblos que primero y más fuertemente sufrieron el flagelo de la conquista y ocupación del territorio.

No es nuestra intención dar un panorama de los pueblos que habitaban América a la llegada de los europeos, cosa que exedería con mucho los límites de este trabajo, sino, tan solo, ilustrar sobre algunos que nos resultan mas representativos de las distintas culturas pre-colombinas y del resultado del impacto con los europeos.


En el centro y sur del actual territorio de México, a la llegada de los españoles, dominaban los Aztecas, últimos representantes de un largo proceso civilizatorio en esas tierras. Se estructuraban en una confederación integrada por los pueblos de Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan, bajo la dominación de los primeros, que tenían la hegemonía de los ejércitos y del culto.

La sociedad estaba rígidamente segmentada. El estrato superior estaba compuesto por una nobleza no hereditaria y un patriciado de sacerdotes y altos funcionarios. El estrato medio lo constituían los comerciantes, que iban cobrando cada vez más importancia debido a la posesión de bienes, como tierras, metales y cacao, este último utilizado como moneda. Los dos estratos anteriores se sustentaba sobre una inmensa base de campesinos que se ocupaban también de los oficios artesanales.

Contaban con una escritura propia, un calendario preciso y un gran desarrollo urbano. Sus ciudades eran maravillas arquitectónicas dotadas de amplias avenidas y plazas, templos en forma de pirámides escalonadas, esculturas monumentales y palacios suntuosos.

Para el tiempo de la llegada de los españoles los aztecas no llevaban más de cien años de comenzada su hegemonía sobre una extraordinaria heterogeneidad de pueblos, algunos tan importantes como los tlascaltecas, y estaban consolidando un imperio de carácter teocrático-militar.

A todos los hombres que contraían matrimonio las autoridades del respectivo calpulli, que era la unidad administrativa, le entregaban una parcela de tierra destinada al sustento de la familia, con la obligación de pagar como tributo la tercera parte de la cosecha, debiendo además la familia prestar servicio en las propiedades del clero, en las de la nobleza civil y militar y en las grandes obras públicas. Un estrato social más bajo estaba constituido por los reos de algún delito, que caían en la condición de siervos, al servicio vitalicio de otras personas.

La religión de los aztecas constituía, como en todo estado teocrático, el fundamento ideológico de la dominación. En este caso en particular los sacerdotes afirmaban que de la complacencia a los dioses, resultante de lo bien provistos que estuvieran de sangre humana, que era su alimento exclusivo, dependía que siguieran beneficiando a los humanos con los elementos de la naturaleza necesarios para la supervivencia (lluvias, sol, etc.) y que eran ellos, los aztecas, por medio de su casta sacerdotal los encargados de mantener satisfechos a los dioses. Las funciones de tal religión son fáciles de imaginar: la justificación de las guerras de expansión que permanentemente llevaban a cabo; el establecimiento de un estado de terror entre sus enemigos; etc. Pero la magnitud de la institución del sacrificio parece ir más allá de la que tenía en otros pueblos que, pese a contarlo entre sus prácticas, no lo ejercitaban con la regularidad y la intensidad con que lo hacían los aztecas, sino que preferían utilizar los prisioneros de guerra para el trabajo. Los miembros de la expedición de Cortés encontraron solo en el tzompantli principal de Tenochtitlán (el lugar donde se arrojaban las cabezas de los sacrificados) 136.000 cráneos. Fray Bartolomé de Sahagún, en su Historia General de las cosas de Nueva España, cuenta que: “Después de haberles sacado el corazón, y después de haber echado la sangre en una xícara, la cual recebía el señor del mismo muerto, echaban el cuerpo a rodar por las gradas abaxo del cu. iba a parar en una placeta abaxo; de allí le tomaban unos viejos que llamaban cuacuacuitli y le llevaban a su calpul (templo) donde le despedazaban y le repartían para comer.” Abundan las fuentes que confirman el destino final de los sacrificados a los dioses. En cuanto a las explicaciones Harris propone una interpretación de carácter “ecológico”, señalando que no contaban los mexicanos con ninguna especie animal , ni doméstica ni silvestre que fuera buena convertidora de alimentos que no consuman los seres humanos en proteínas animales (como las vacas, que a partir de alimentos poco aprovechables por los humanos para el consumo directo, como las hierbas, producen proteinas animales de gran calidad y aprovechables0), y que dada la densidad de la población y la necesidad que de tales proteínas “...el hambre de cuerpos humanos de los dioses aztecas era un fiel reflejo del hambre de carne del pueblo azteca.” (Harris, 1992)


Los Incas constituyeron un imperio basado en la explotación del trabajo de la comunidad productiva, el ayllu. El Imperio era muy dinámico. A la llegada de los españoles llevaba más de dos siglos de desarrollar una política de conquista de comunidades agrícolas preexistentes sobre las que establecía su dominio y a las que organizaba según su propio interés. Las comunidades debían cultivar, además de las tierras para su sustento, las tierras del Inca y las del Sol. Vale decir las destinadas al sostenimiento del Estado, con todo su andamiaje militar y administrativo, y de la religión, que constituía el basamento ideológico del sistema político y social, siendo considerado el soberano como un dios hijo del Sol, divinidad máxima del panteón inca.

Los campesinos debían además prestar su colaboración para la ejecución de obras de infraestructura necesarias para la explotación de territorios que solo pueden ser altamente productivos mediante la realización de obras de regadío y de nivelación del escarpado terreno donde se asentaban las comunidades, que demandaban de un empleo muy considerable de mano de obra. Debían también los campesinos participar en la construcción de vías de comunicación y demás obras necesarias para la circulación de personas y productos y para el control militar e ideológico del Imperio, como graneros, templos y fortalezas, que construían en todas las provincias, como las muy famosas e inexpugnables de Machu Pichu o Sacsayguamán.

Toda una clase de nobles, sacerdotes, militares y administradores aprovechaban del excedente productivo de las comunidades y pugnaban por acrecentar su cuantía. La riqueza no recidía entonces en la propiedad física de la tierra sino de la fuerza de trabajo. La tierra y la provisión agua debían ser mejorados constantemente para producir más y mejores productos. Por ello el trabajo se convirtió en la fuente más importante de riqueza en la medida que permitía el aumento de producción y el aumento de los mismos medios de producción a través de la erección de andenes cultivo, complejos sistemas de regadío, el empleo de fertilizantes, medios de comunicación, etc. (Lumbreras, 1981)

Paralelamente con la apropiación diferencial del producto del trabajo existía una apropiación diferencial de las mujeres, algunas de las cuales, las más bellas, eran separadas de las comunidades en la infancia y criadas en las “Aqlla wasi” -casa de las escogidas- para ser seleccionadas en la pubertad, las que iban a servir de concubinas al Inca, las que el Inca iba a obsequiar a sus servidores y las que iban a permanecer como “Vírgenes del Sol”, abocadas a preparar comidas y bebidas para la corte, pero sobre todo a hilar y tejer las más bellas telas de alpaca y vicuña, que eran bienes por demás apreciados y que solo podían ser utilizados por la nobleza.

No podemos cuantificar la importancia de tal institución, ni saber si tenía alguna consecuencia demográfica. Esto se debe a que es poca la información que tenemos del tema, que se reduce a algunas fuentes, porque el carácter pagano de la entidad, y la estrecha relación con la soberanía del Inca, fueron causas para que desapareciera totalmente con la conquista. Pero sabemos indudablemente que constituían una fuente de tensión, ya que algunos documentos nos hablan de la sorpresa de los conquistadores al hallar en las afueras de los templos cantidad de ajusticiados por haber intentado burlar la interdicción que sobre las escogidas pesaba.

Los curacas (caciques) eran encargados de ir periódicamente a Cuzco a rendir cuenta del tributo. Según los resultados eran agasajados por el soberano con libaciones rituales de chicha, (bebida ligeramente alcohólica hecha con maíz) y retribuidos con obsequios que podían consistir en tejidos, adornos de plumas de la selva, concubinas, etc. Los hijos de los curacas eran educados en Cuzco, no solo para que allí internalizaran la ideología del imperio, sino también para que establecieran lazos personales con la casta gobernante y, eventualmente, sirvieran de rehenes.

Jurídicamente las tierras pertenecían al Inca. Este las distribuía periódicamente entre la comunidad, el estado y el culto. Cuando el Inca dominaba un pueblo procedía a redistribuir las tierras en beneficio propio. Si el pueblo era rebelde se procedía a trasladarlo cerca de una comunidad fiel que los controlara o a transformarlos en yanas.

Aquellos individuos que no podían tener su sitio en la comunidad por la función que cumplían revestían el carácter de yanas, figura asimilable a la del esclavo, ya que estaba en posición de sumisión personal. Pero algunos de ellos tenían gran influencia por el lugar particular que ocupaban en la administración o el ejército. Por ejemplo, eran considerados yanas los encargados del servicio del Inca muerto. Para tal servicio se habían ido destinando las mejores tierras de Cuzco, que así separadas de la gestión comunitaria parecían estar en vías de producir una transformación en la organización productiva del imperio (Lumbreras, 1981).



Como antes enunciamos solo mediante una muy cuidada planificación y la construcción de grandes obras se puede arrancar el sustento para la dilatada población del territorio que ocupaba el imperio. El terreno montañoso implica no solo la necesidad de nivelarlo mediante la construcción de terrazas, sino también la aclimatación de distintas variedades de una misma especie vegetal a un clima que cambia con la altura. En el Altiplano andino se llegó a domesticar entre otros cerca de trescientas variedades de papa alimento fundamental del campesinado, o la quínoa un cereal riquísimo en proteínas y carbohidratos, con un valor nutritivo superior al del maíz, - que en la actualidad está siendo objeto de importantes estudios para ser reutilizado- la cebada y el trigo, lo que constituye solo un ejemplo de su maestría como agricultores.

Al agua era necesario transportarla mediante canales desde las altas cumbres donde se producía el deshielo hasta las terrazas de cultivo. El fertilizante principal era el guano de las aves marinas del Pacífico - rico en fosfatos- que era transportado en largas caravanas hasta los sitios de cultivo. Una idea de la importancia del abono nos la da el hecho de que la matanza de un ave marina era considerada un delito que se penaba severamente.

Como no existía el comercio, el intercambio entre las distintas regiones era reglado por el estado, que se ocupaba además del mantenimiento de las obras de infraestructura y de concurrir en socorro de las regiones donde por algún motivo pudieran faltar los medios de subsistencia.(Metraux)

No es difícil imaginar, a partir de lo anteriormente expuesto, el colapso que significó para estos pueblos la destrucción del sistema estatal incaico. sobre este tema volveremos más adelante.



En los actuales territorios de Colombia y Venezuela estaban asentados principalmente los Chibchas y los Timotes. Constituían sociedades estratificadas en clases de agricultores, artesanos y nobles. Estaban organizados en estados cuyos jefes se disputaban el poder central. Practicaban el comercio de productos agrícolas, cerámica, tejidos, sal, piedras preciosas y oro, que probablemente servía como moneda. Vivían en aldeas de pocos miles de habitantes que se alimentaban con una agricultura intensiva, pero no de regadío, gracias a la feracidad de sus tierras y las bondades del clima. Plantaban maíz, papa, quinoa, chauchas, tomates, pimientos, coca, etc. y criaban patos, pavos y cobayos (chanchitos de indias según la expresión etnocéntrica de los europeos).

Los Chibchas eran cerca de 600.000 a la llegada de los europeos. Sus artesanías en cerámica y oro revelan una gran maestría en el tratamiento de estos materiales.

Los nobles constituían un estamento privilegiado cuya ocupación era la guerra, la religión, la administración y el cobro de tributos. Tenían esclavos, se transportaban en literas acarreadas por personas, adornadas con oro y telas finas. La gente del común no podía mirarlos a la cara y debían arrojar flores a su paso.

Cuando morían eran enterrados con sus esposas y con sus tesoros, con el fin de mantener en el más allá igual estatus que en vida. (Ribeiro 1985)

Gran parte del actual Brasil, Paraguay, el litoral fluvial argentino, el noreste argentino y el Uruguay estaban ocupados por pueblos de filiación Tupí-guaraní. Pese a lo dilatado del territorio en cuestión, todos los pueblos de la región hablaban variantes de un mismo idioma y portaban un bagaje cultural común.

La vida de un cazador-recolector de regiones tropicales y sub-tropicales muchas veces, como en este caso, está sujeta a variaciones en la disponibilidad de alimentos, siendo muy abundantes en la época del año en que hay cocos y otros frutos, tubérculos, etc., y muy escasa otras veces. Los pueblos de la región superaban estos inconvenientes practicando una agricultura no muy perfeccionada que les permitía producir una muy diversificada variedad de cultivos. Al cultivo de tubérculos como la mandioca y el boniato, y a los zapallos y calabazas, que son los cultivos que suelen preceder la evolución agrícola tropical, por no requerir de grandes cuidados (Boseroup, 1984), debemos agregar el maíz, porotos, tabaco, cañas para flechas, pimienta, algodón, papaya, yerba mate, etc., productos diversificados que aseguraban, junto con la caza, la pesca y la recolección, que no habían abandonado (nunca se abandonan sino ante la extinción de tales recursos) una abundante provisión de alimentos, materiales para la construcción de instrumentos, condimentos, venenos, pigmentos y estimulantes durante todo el año.

Al sur, en territorio chileno encontramos a los conocidos genéricamente con el nombre de Araucanos. Diversos grupos conformaron esta etnia. Los Picunches y los Huilliches, que habitaban más al norte de ese territorio, fueron los primeros en ponerse en contacto con los españoles y fueron prácticamente exterminados. Los Mapuches (de mapu, gente y che, tierra), por estar más alejados de las regiones dominadas por los españoles y por ofrecer una más vigorosa oposición a la dominación, lograron sobrevivir.

Se calcula que para la época de la conquista los araucanos sumaban aproximadamente 1.500.000 individuos, ditribuidos en aldeas de agricultores próximas unas de otras, que cultivaban maíz, papa, etc.

La densidad de su población, casi cinco habitantes por Km.2, y lo desarrollado de sus prácticas agrícolas (uso del riego y rotación de los cultivos, entre otras), nos sugiere que estaban en condiciones de dar el paso que tornara su sociedad en estratificada, diferenciando una categoría social liberada de tareas productivas. El no haberlo dado todavía, tal vez explique el vigor de su resistencia al sometimiento.

Las comunidades locales independientes, estructuradas internamente según el parentesco, se unían en tiempos de guerra, a veces aglutinando a gran número de ellas, deshaciéndose luego de pasada la emergencia.

En un medio geográfico favorable, sin señores que los explotaran y con abundancia de recursos, los araucanos disponían de bastante tiempo para el ocio.

Todo este proceso va a ser interrumpido por la conquista.

La España del siglo XV

La España que conquistó América no se lanzo a la conquista como a una empresa carente de antecedentes en los cuales inspirarse.

La antigua provincia romana pasó a constituir un reino cristiano con reyes visigodos en el siglo VI, para caer en manos de las tropas del Islam, que invadieron la península en el año 711.

Hacia el siglo X los cristianos volvieron a ocupar una parte de la España del norte, comenzando un largo proceso de recuperación de territorio que en 1212, con la derrota de las tropas almohades en la batalla de Las Navas de Tolosa, acentúa sus progresos, pero, como si la historia quisiera con esta “casualidad” develarnos sus secretos designios, la culminación del proceso de reconquista recién va a producirse en 1492, con la caída de Granada en manos de las tropas cristianas de Castilla.

La influencia del Islam español dura entonces de tres a ocho siglos, según las regiones. La lentitud de la reconquista es lo que le confiere a esta su importancia. Esta cruzada de varios siglos constituye a la española, y sobre todo a la castellana, en una sociedad en combate permanente. La presión de una población creciente en un país de recursos limitados torna a la reconquista en una empresa de colonización continua, al par que en una guerra santa. No es de extrañar entonces que las clases combatientes tuvieran una importancia fundamental. Así encontramos a una gran nobleza muy poderosa y a una pequeña nobleza más importante que en otras partes. Para la época del descubrimiento la gran nobleza se hallaba sometida a la monarquía, de la que emanaba su poder.

La pequeña nobleza estaba constituida por un conjunto de individuos poseedores de ciertos bienes, al menos aquellos necesarios para equiparse (hidalgo significa hijo de algo), pero cuyas pertenencias no son tales como para que no les sea necesario conservarlas y ampliarlas. También los hijos menores de las grandes familias, por la costumbre del mayorazgo, se ven impelidos hacia el clero o la carrera militar. Esta clase, cuya razón de ser es el combate, acostumbrada además a un combate que no solo depara honores y riquezas, sino que tiene asimismo un carácter piadoso, es la que realizará la conquista de América, continuación natural de la reconquista de España. A estos nobles se refiere Worsley (Worsley, 1974) cuando recuerda que España había sido declarada inhabitable para los caballeros andantes luego de concluida la reconquista.

El clero, forjado igualmente en la reconquista, además de numeroso será el soporte ideológico de la expansión. Es un clero no solo militante, sino también militar, que predica y practica la lucha armada en defensa de la fe y de sus representantes y que reivindica para si la dirección espiritual, y en parte material de la sociedad.

Las clases populares se vieron favorecidas a su vez por las concesiones personales y colectivas con que eran agraciados merced a la necesidad de contar con ellos en lugares, trabajos y situaciones que requerían de algún estímulo para llevarse adelante.
La reconquista significó el contacto con el Islam, introductor durante la edad media al mundo mediterráneo de los progresos tecnológicos y científicos propios, que fueron considerables, y de aquellos originarios del oriente, con el que mantenían un intercambio regular. Durante la baja edad media los musulmanes constituyeron la avanzada tecnológica en las artes de la navegación y en los conocimientos geográficos y de otras ciencias que posibilitaron la aventura transoceánica. La brújula, el timón de codastre, la matemática, la cosmografía, son solo algunos ejemplos.(Vilar 1974)

No debe pensarse sin embargo a la conquista de América como la continuación mecánica en otro territorio de la practicada en España. No es que de un día para otro en 1492 se termina la península y aparece América. El carácter de la dominación que van a establecer los europeos en América venía siendo ensayado, junto con las artes de navegación que iban a posibilitar la empresa, en las islas del Atlántico Oriental.

Ya en 1420 llega a las vírgenes islas de Madeira y Porto Santo el primer contingente portugués con la intención de colonizar. Pocas décadas después se inicia en Madeira la producción de azúcar, especie de la que sería la isla el principal productor mundial durante la segunda mitad del siglo XV y comienzos del XVI. Es de destacar que buena parte de la mano de obra para las plantaciones era provista por esclavos. Portugal comienza a comerciarlos provenientes de la costa africana en 1440, pero antes de ello eran provistos por la población nativa de las Islas Canarias, los guanches. Estamos acostumbrados a pensar el comercio de esclavos como un comercio de negros, pero los primeros de este período fueron fundamentalmente blancos, pues tal era el color de los guanches.

Al mismo tiempo que se iban conformando los circuitos comerciales y los mercados para los productos de exportación, se iba conformando el andamiaje ideológico sobre el cual sustentar la explotación. La trata de esclavos constituía un comercio honroso que la iglesia justificaba apoyándose en textos del Antiguo Testamento y por la necesidad de convertir a los paganos.(Julien 1963)

Al sur de Madeira se encuentran las Islas Canarias, habitadas para la época de su conquista por los europeos por los guanches, que en número de 100.000 estaban distribuidos por varias islas, de las cuales La Palma, Gran Canaria y Tenerife son las más importantes.

Ya desde tiempo antes los europeos venían cebándose en su población y en sus riquezas, pero es en la segunda mitad del siglo XV en que los españoles se lanzan a la conquista total de las mismas, realizando a pequeña escala, sin saberlo, el ensayo general de lo que sería la conquista de América. Hacia 1475, salvo focos de resistencia en las montañas, la conquista, iniciada en 1402, había concluido. Poco tiempo después no queda de la población originaria más que el recuerdo, plasmado materialmente en “algunas ruinas, momias y pedazos de cerámica, unas cuantas palabras y nueve frases en lengua guanche”.(Crosby 1988)


El azúcar y la lana de merino, de la que Castilla era principalísima productora, convierten a los ibéricos en importantes mercaderes en las plazas más importantes de la época como Nantes, Brujas, Londres, etc.

Es con este bagaje de gentes, técnicas, experiencias, ideología, mercados y apetitos que los españoles, como avanzada de Europa, se lanzan a la más grande empresa de colonización que la historia conoce. Los resultados serán múltiples y contradictorios para ambas partes.



La conquista de América


“Ruega a Dios por la América que descubriste,
Cristóforo Colombo, pobre Almirante.”
Rubén Darío

“Castilla miserable, ayer dominadora
envuelta en sus harapos, desprecia cuanto ignora.”
Antonio Machado

Nada más revelador de las intenciones de los europeos que realizan el viaje del descubrimiento que el diario de Colón. Ya el día 13 de octubre consigna en el mismo: ”Yo estaba atento y trabajaba en saber si había oro.” Al descubrirlo como adorno en las narices de algunos nativos se determina a buscarlo, siendo su búsqueda la brújula de su derrotero por las islas. En el diario de sus diez primeros días de viaje por el archipiélago veinticinco veces escribe la palabra oro, el oro que ya había prometido a los reyes en la capitulación.

Sobre las gentes escribe elogiando su carácter pacífico y su parecer de que por sus rostros barbados los indígenas creían a los europeos enviados del cielo. Sugiere como aprovechar estas ventajas para someterlos a la servidumbre.

Américo Vespuci, por su parte, ve otro de los atractivos que impulsaría a más de un español a cruzar el Océano:”...Si anduvieran vestidas estas venus serían tan blancas como las nuestras. Nadan mejor que las europeas, corren leguas sin cansarse. No hay arruga, no hay gordura que las deforme. Los hombres no son celosos. Ellas lujuriosas e insaciables de liviandad. Manifestáronse sobradamente aficionadas a nosotros.”

Agrega Colón a su diario, dos meses después de haber comenzado a vagar por el Caribe, manifestando otra de las características del sometimiento que tiene intención de establecer, que configura esa particular forma de dominación que definimos como situación colonial: “Vuestras Altezas los harán cristianos, y serán todos suyos, que por suyos los tengo.”


La exploración, conquista y colonización del mundo por los europeos toma desde 1492 un ritmo febril. En 1542 López de Villalobos llega a las Filipinas. Para entonces ya se habían recorrido las costas americanas y el interior del continente ya era ampliamente conocido. La colonización de los territorios avanza y la trata de negros cobra impulso, al par que la industria azucarera. Cuando se unan temporalmente España y Portugal, los dominios de oriente de Portugal se unirán los dominios españoles. En 1565 se une Asia con América navegando hacia el este, se ocupa Luzón, se funda Manila, se descubren las Islas Salomón, Tahití, Las Marquesas, Las Nuevas Hébridas, etc. En 1580 España tiene factorías en África, la India, las Molucas, las Célebes y las Filipinas, está en contacto con Japón y China y desea intervenir en Camboya y Siam.

La Península Ibérica es entonces la que dio el impulso fundamental al desarrollo mercantil europeo no solo por el caudal de metales preciosos que extrajo de América, sino también por haber constituido la base de un mercado de amplitud mundial, pre-requisito esencial para que ese desarrollo cobre una dimensión tal que posibilite más tarde el “despegue” de la revolución industrial.

Situación colonial en América Hispánica

El oro, los siervos y las almas entonces son el motor impulsor de una gesta colonizadora que, con altibajos, relevos en los centros hegemónicos, -la Península Ibérica y Rusia en principio; los Paises Bajos, Francia, Inglaterra, etc. luego; principalmente Inglaterra más adelante; y E.E.U.U. finalmente-, con algunos maquillajes en la forma de dominación política, económica e ideológica, y con un dinamismo siempre creciente -una de las características principales del sistema capitalista-, se mantendrá hasta nuestros días. (La hostia consagrada puede ser sustituida con ganancia, por la libertad de cultos -¿de comercio?- y una “Coca Cola” y una hamburguesa elegidas libremente de entre una variada oferta de gaseosas y hamburguesas, sin que tal maquillaje democrático cambie los atributos fundamentales de la situación colonial que comienza a establecerse en el S. XV.

La conquista de América es fundacional porque establece, en palabras de Worsley, por primera vez, la fatídica relación de superioridad-inferioridad que será característica de la situación colonial. Esta relación de asimetría parecería, a la luz de los acontecimientos, la simple descripción de un hecho. Nos referimos obviamente al descalabro y la derrota de civilizaciones con un importante componente guerrero, de varios millones de individuos, sufrida a manos de un puñado de europeos (Worsley, 1974).

Analicemos los hechos para ver si esto es una descripción acertada de lo acontecido.

En primer término: ¿Quiénes, con qué tecnología y a qué vienen?

En cuanto a quienes vienen, hablamos ya de los caballeros andantes para quienes España se había tornado inhabitable. Estos caballeros, que van a reproducir en forma ampliada la historia de la reconquista, son además de la nobleza menor, cuya forma de vida y posibilidad de supervivencia esta fundada en la empresa militar, miembros de las clases inferiores, que por el solo hecho de pisar América sufren un ascenso considerable en la escala social. Así cuando en 1582 el monarca español ordena vender algunas hidalguías en Perú, para recaudar fondos, el Virrey le contesta que eso es imposible porque “...no habría tres que la comprasen porque en las Indias todos son caballeros, y esta es una de las cosas que las puebla.”, caballeros separados por un abismo de los indígenas (Herren, 1991).

También grandes señores, lógicamente en menor número, van a venir a tentar suerte con “El Dorado” o “Las tierras del rey blanco”. Tal el caso de don Pedro de Mendoza, Par del Reino, que va a fracasar con una de las más grandes expediciones llegadas a estas costas.

La España del siglo XVI es pródiga en hombres dispuestos a emprender la conquista, pero la conquista además posibilita, por el dinero fácil que el saqueo y la explotación de los nativos y los esclavos proporcionan, la reproducción aumentada de las clases no productivas de la sociedad. En tiempos de Felipe II el clero español alcanza la proporción fantástica del 25% de la población adulta de España. “...un censo efectuado durante el reinado de Felipe II (1570) registra 312.000 sacerdotes, 200.000 clérigos de órdenes menores y 400.000 frailes.” A comienzos del siglo XVIII otro censo consignará “...cerca de 723.000 nobles, 70.000 burócratas y 2.000.000 de mendigos.” (Oliveira Martins, 1951)

La tecnología que los conquistadores traen es la más avanzada de la época. La península es la heredera de la ciencia judía y árabe, de la cartografía mallorquina, de la experiencia naviera de los marinos vascos, etc. y va a desarrollar un importante sector armador en Sevilla y una intensa actividad científica mediante la Casa de Contratación. Por lo que hace a la superioridad táctica militar respecto de los americanos podemos consignar varios elementos: el hierro, ya sea como armadura o armamento. Para la época ninguno de los pueblos americanos dominaba la tecnología del hierro, aunque si algunos la del cobre y de los metales preciosos. Las armas de fuego, que eran bastante primitivas y que generalmente solo podían ser utilizadas una vez, por no haber tiempo, en el fragor de la batalla de recargarlas. Entre las más ofensivas podemos citar las bombardas, unos cañones pequeños que se cargaban con metralla y que podían, bien utilizados, infligir serios daños al enemigo. Las ballestas. Los caballos, que adiestrados para la guerra conferían movilidad y una posición dominante, por lo que un soldado a caballo podía equipararse a más de diez combatientes a pié. Los perros de combate, que acompañaban muchas veces a los conquistadores.

Resta analizar lo que Worsley denomina “la fuerza de sus motivaciones”. La motivación económica, no cabe duda, es capaz de movilizar grandes contingentes de personas en pos de una promesa de riqueza fácil. Recordemos la fiebre del oro en California a fines del siglo XIX. Pero no suelen obstar para mover a legiones de individuos a acciones tan temerarias, ilusas o heroicas como las que jalonan la historia de la conquista del continente.

Desde que Colón escribe a los reyes anunciándoles haber descubierto el paraíso terrenal que se repiten los informes que circulan entre los europeos ofreciendo en estas tierras de fantasía las cosas más desmesuradas. Así Vespuci escribe sobre las islas de los gigantes, Colón sobre sirenas -“no son tan bellas las que vi” anuncia con toda frescura- y amazonas, Gaboto sobre hombres con patas de avestruz, Eingher “descubre” amazonas en Venezuela, Fiderman pigmeos, Schmidl busca al Rey Blanco, y continúa la lista... “En esta tierra de maravillas, cuanto más absurdo más lindo es el milagro”, todo es desmedido, porque “conquistador que ha caminado diez leguas habla de ciento por hacer proeza, él mismo termina por creérselo”. (Arciniegas 1983)

A la avalancha de los conquistadores no la mueve una juiciosa especulación sobre pérdidas y ganancias. Del lado de las pérdidas solo se puede computar la vida. ¿Qué otra cosa pueden perder los españoles que queman sus naves en el golfo de México o los que arremeten con sus menguadas tropas contra el ejército del Inca en Cajamarca?, y, si en vez de perderla, la conservaran juiciosamente, ¿qué vida les esperaría?.

Del lado de las ganancias el plato de la balanza no alcanza para contener tantos beneficios. En primer lugar la salvación del alma, que en el siglo XVI no es poca cosa, y además es cosa cierta que eso ocurre si uno muere luchando por la fe. Y cuando por la fe se lucha es segura la victoria (o la muerte es un premio), como en la batalla de Otumba, donde se derrumba el poder mexicano con la derrota de un ejército de 200.000 indios (según los más exagerados), que sufrió 20.000 bajas a manos de las tropas de Cortés, que no sobrepasaba mucho los mil combatientes, a los que se debe sumar a los tlascaltecas aliados. “Y si es cierto que peleó Santiago en el aire por sus españoles, como lo afirman algunos prisioneros, quedará más creíble el estrago de aquella gente, aunque no es necesario recurrir al milagro visible, donde se conocía con tanta evidencia la mano de Dios...” (Solís 1947).¡Quién dudaría en lanzarse a la batalla con semejante aliado!

Si la vida se salva se gana la honra, y junto con la honra, las cuantiosas recompensas, reales o imaginarias con que América aguarda.

No siempre consiste en oro la recompensa. Ponce de León comienza el “decubrimiento” y la exploración de América del Norte buscando la fuente de la vida y la juventud, que figuraba haber hallado cada vez que se zambullía alucinado en alguno de los numerosos ríos, pantanos o lagunas de La Florida.

A veces también, si lo que se busca es oro, se puede buscar al Rey de Oros, en la forma de un cacique al que sus súbditos arrojan puñados de oro en polvo cuando se dirige a una laguna hasta tornarlo resplandeciente. ¿Dónde está? preguntan los españoles a los indios. Y los indios señalan el interior del continente, la punta de las montañas, inaugurando tal vez la problemática antropológica del informante, que, como sabemos, cuando el vínculo es marcadamente asimétrico, invariablemente va a tratar de dar aquella respuesta que considere más complaciente para nosotros.

Así, cuando el hijo de un cacique le indica a Balboa que al otro lado de las montañas hay naciones poseedoras de oro, le da el impulso necesario para que descubra el Océano Pacífico.

Pero los europeos podrían haber tenido, y tuvieron indudablemente, muchas más motivaciones subjetivas y contradicciones objetivas que las hasta ahora enunciadas, que los impulsaran a la conquista, y no solo por ello iba a estar sellada, al menos en el corto plazo, la suerte de los americanos. Pasemos revista, para completar el panorama, a como fueron cayendo, uno tras otro, como brevas maduras, los pueblos americanos en manos de los conquistadores europeos.

En el caso de las Antillas, a la sorpresa, la creencia en un carácter divino de los conquistadores y la mansedumbre de los antillanos que “...no tienen armas y son todos desnudos y de ningún ingenio en las armas y muy cobardes que mil no aguantarían a tres. Y así son buenos para mandarlos y hacerles trabajar, sembrar y hacer todo lo otro que fuere menester, y que hagan villas y sean enseñados a andar vestidos y ( adoptar) nuestras costumbres” según nos ilustra Colón, debemos agregar que el carácter insular de la región hace que los pobladores no respondan al unísono al ataque de los españoles, que pueden ir sometiéndolos de a poco. Digamos de paso que el carácter de los aborígenes no parece tan pacífico si tenemos en cuenta el trágico fin del fuerte de Navidad, primera población europea en América, que fuera destruido y muertos sus ocupantes por los caribes.

En Santo Domingo, donde se realiza el aprendizaje de lo que sobrevendrá en el Continente, es donde tiene lugar, por vez primera la utilización del terror y el genocidio como método de sometimiento. Los indios comienzan a molestarse por el trato brutal de los españoles, que los mandan a las minas por “...una demora que son ocho meses de trabajos forzados, donde mueren a centenares, mientras los españoles se ceban en sus mujeres.” Otros indios son destripados por los perros de los españoles solo para diversión y entrenamiento. Cuando la situación se torna explosiva el gobernador Ovando invita a todos los caciques de la isla a una gran fiesta en la que los españoles ”jugarán a las cañas”. Cuando están todos reunidos, a una señal del gobernador, los caballeros cargan contra los indios dando muerte a todos, menos a la reina Anacaona, a la que cuelgan en la plaza para escarmiento de los disconformes. según el cronista Oviedo “el castigo fue tan espantable cosa para los indios que de allí en adelante asentaron el pie llano”. Cuando los indios escasean se cazan otros en las Lucayas, y cuando finalmente los indios se acaben vendrán los negros que cambiarán tan profundamente la geografía humana de las Antillas.

En 25 años dirá Arciniegas “la isla es otra isla. Todo, hasta el paisaje ha cambiado, los indios han conocido caballos,. hierro, pólvora, frailes, el idioma castellano, el nombre de Jesucristo, vidrio, cascabeles, horcas, caravelas, cerdos, gallinas, asnos, mulas, azúcar, vino, trigo, negros de Africa, gentes con barbas, zapatos, papel, letras (...) Los caciques se acabaron colgados en las horcas. Nació una ciudad de piedra...La isla es para los indios un nuevo mundo. Mas nuevo para ellos que para los españoles...”


Los chibchas, los timotes y otros pueblos de los actuales territorios de Venezuela y Colombia fueron derrotados rápidamente. Las causas de la pronta derrota son, entre otras, el hecho de no constituir una unidad política, y no ser capaces tampoco de aliarse para la guerra, por lo cual se enfrentaron al conquistador fragmentados, al tiempo que los jefes de muchas fracciones esperaban contar con el concurso del conquistador para someter a sus vecinos. Con todo el factor principal de la dominación fue la profunda estratificación de la que antes habláramos, que hizo que el grueso de la población percibiera a la conquista solo como un cambio en el sector dominante al cual estaban tan rígidamente sometidos. Los españoles entonces sustituyen a la nobleza local, orientando en su beneficio la organización social preexistente.


En el caso de los aztecas, también la gran estratificación social larvó su posibilidad de resistencia. Los hombres del común, la gran mayoría artesanos y campesinos, veían con indiferencia el cambio de los amos, a los que estaban acostumbrados a servir, mientras que los estratos medios dirigentes, ante la derrota de los aristócratas, se aproximaron a los conquistadores tratando de desempeñar el papel de intermediarios en la explotación, ahora al servicio de los nuevos señores.

La superioridad tecnológica jugó un papel muy menguado en la conquista de México. Cuando Cortes, cuyas hazañas de conquistador probablemente solo sean comparables a las de Alejandro Magno, decide avanzar hacia Tenochtitlán, por territorio tlazcalteca, no llevaba más de quinientos soldados, 32 ballestas, 13 escopetas, 10 cañones de bronce, 13 cañones ligeros y sólo 15 caballos. Contando con tal poderío es que decide, en un gesto que es la manifestación misma del espíritu de la conquista, quemar las naves para evitar la tentación del regreso. Afortunadamente para ellos el gobernador de Cuba, Velázquez, cuya autoridad Cortes había desconocido, envía más adelante para someterlo a una numerosa armada al mando de don Pánfilo de Narvaez, al que Cortes derrota por sorpresa con un saldo de sólo 24 bajas. Además de convertir el nombre de su oponente en adjetivo, Cortes ve engrosar su menguadas fuerzas con 80 caballos y 900 hombres con su equipo.

Pero los españoles no cuentan sólo con la fuerza de sus milicias. Desde el comienzdebían rendirle culto por medio de la oración, el canto y la poesía, y a quién repugnaban los sacrificios humanos. Según la tradición este dios se había ido hacia oriente, y de allí volvería un día a vivir entre los hombres para reformar sus costumbres. Curiosamente el dios era descrito como un personaje de tez blanca y largas barbas. No es difícil imaginar la confusión de los mexicanos ante la aparición de los españoles con su tez y sus barbas y sus caballos y sus artes de guerra. Pero si bien es difícil de medir, no debe sobrestimarse el efecto de tal confusión, porque aunque los españoles trataban de sugerir su carácter de Teules, ya los tlascaltecas habían comprobado que Teules o no, los españoles morían como cualquier otro. En todo caso, una vez que la violencia de las armas y las enfermedades que acompañan a los españoles se abatan sobre los mexicanos, más que con Quetzalcoatl, podrían confundir con Huitzilopchtli (dios de la guerra) a quienes tantos estragos causaban. No obstante lo anterior, tampoco debemos subestimar el papel que jugó en el ánimo de Moctezuma la aparición de los españoles luego de una serie de presagios nefastos que se venían observando durante su reinado, como la aparición de cometas, el desborde de la laguna de México, etc., y que eran interpretados según el ánimo belicoso o conciliador de sus dirigentes.
Cuando nos refiramos a la cuestión del colapso demográfico trataremos con detalle la cuestión de la importancia de los microorganismos que, con los europeos se diseminaron por el ancho mundo. Pero ahora no podemos dejar de referirnos a la importancia táctica de las enfermedades aportadas por los invasores, entre las cuales la viruela, con ser de las más letales y fulminantes, dista de ser la única. Las afecciones pulmonares e intestinales, fiebres puerperales, enfermedades venéreas, tétanos, tracoma, tifus, paperas, lepra, fiebre amarilla, etc. son firmes aliados de los europeos.
Es curioso consignar que en muchos de los grandes episodios militares que jalonan la conquista, el "General Viruela" es quién dirige la vanguardia. Cuando las huestes de Cortés con sus trece bergantines se lanzan al ataque final para la toma de Tenochtitlán, la viruela estaba haciendo estragos entre sus aguerridos defensores. La epidemia, llevada al parecer al continente por un esclavo negro de don Pánfilo de Narváez, (otro servicio de don Pánfilo a Cortés) mató al sucesor de Moctezuma, Cuitlahuac, debiéndose hacer cargo de la jefatura el joven Cuatemoc, quién asestó la pedrada que terminó con la vida de Moctezuma y que exclamara "Yo no estoy en un lecho de rosas", mientras los españoles lo torturaban hasta la muerte para que dijera dónde estaban los tesoros que, según creían, los aztecas habían escondido antes de la derrota.
La enfermedad desconocida, repugnante y fatal se propagó sobre una población carente de inmunidad, matando a tal número de indiviuduos que prácticamente no quedaron suficientes personas sanas para cuidar enfermos, alimentar a los vivos, enterrar a los muertos, ni, sobre todo, preco 2 1
Mapuche Araucano, Mapuche Buenos Aires 400044 o 1
Río Negro, Neu- 45049
quén, Chubut,
Mendoza, La
Pampa, Santa
Cruz.
Mataco Mataco Chaco, Formosa, 12.000 2 y 3
Salta, Jujuy. 24.740 1
Mbya Guaraní, Jegua Kava, Guaraní Misiones 1.000 4
Tenonde, Poranguei,
Apytere
Mocovi Español Chaco y Santa 2.876 2 y 3
Fé 5.277 1
Pilaga Zapitilagua, Yatpitlilaga, Guaicuru Formosa 1.137 2 y 3 fragmentados que somos los hombres modernos. Así es como para referirnos a nuestras sociedades hablamos de sub-culturas populares, eruditas, folklóricas, etc. que son los segmentos que les corresponde a cada sector del conjunto de los aspectos necesarios para la reproducción. Qué idea totalizadora de la vida puede tener el ingeniero electrónico que ordena una pizza desde la computadora luego de pasear en el "ciberespacio" por los pasillos del Vaticano, y antes de estimularse con una serie de propuestas pornográficas de Tailandia. Y cuál el obrero que pasó diez horas embruteciéndose en una línea de montaje donde da media vuelta a una llave cada vez que se enciende una lucecita roja, esperando el momento en el que finalmente va a humanizarse enterándose del último exabrupto de Maradona.
Y cuando las culturas completas, no subdivididas, desaparezcan finalmente de la faz de la tierra: ¿ dónde iremos a buscar el ejemplo de hombres completos para poder inspirarnos en él y tornarnos más íntegros? ¿A las computadoras, donde habremos almacenado los estereotipos que la antropología ha ido construyendo a lo largo de los siglos de contacto desigual, creando modelos de simulación*? Desgraciadamente, en este caso no existe la posibilidad de una diva madura que tome en sus manos la causa de los diferentes, porque esa causa en sus manos, como en la de cualquier otro que no sea el diferente mismo no haría más que ser bastardeada y reproducir, ahora con buenas intenciones, -siempre las intenciones fueron buenas- el paternalismo etnocéntrico característico de sociedades tan intolerantes como las nuestras. No nos queda sino asistir fascinados al combate desigual en que se define si la humanidad producirá hombres íntegros o remedos de seres humanos producidos planificadamente para fines determinados, tomar mientras tanto conciencia de nuestras limitaciones como partícipes de una sociedad demediada y ver como solucionamos nuestros propios problemas.
Al respecto nos parece pertinente la propuesta lanzada por los antropólogos Marcelo Alvarez y Leonor Slavsky en el Simposio de Los Pueblos Indígenas y la Salud, convocado por la Academia Nacional de Medicina y la Sciedad Argentina de Pediatría el 18 de abril de 1996 "para la tarea de legislar sobre la defensa del patrimonio genético, étnico y cultural en la definición de políticas sociales de salud:
"1) Reconocer el hecho histórico de que la deshegemonización del mundo dominado por Occidente es simultáneamente su deshomogeneización. Por tanto, la autoridad -académica y política- para representar a los otros está confrontada. Una hegemonía cultural productora de discursos de poder está siendo remplazada por una multivocalidad de identificaciones y autodefiniciones, por la legitimidad de la voz y los textos de los otros. En países como la Argentina -diversificado al mismo tiempo que "imaginado" de manera homogeneizante- la consigna multiculturalista se relaciona directamente con el derecho de las poblaciones indígenas a su identidad diferenciada.
2) Acordar que una nueva agenda de políticas públicas -sociales, sanitarias, culturales- basada en la diversidad sociocultural debe tener en cuenta los movimientos que se están produciendo con las identidades étnicas y las poblaciones indígenas, inmersas en una serie de procesos de cambio, de auto-definición y auto-representación, producidos en su interior y en el contacto con el entorno en sus distintos niveles -local, regional, nacional, internacional-./.../
3) Recomendar que desde la ética profesional se impongan nuevas pautas de relacionamiento por las cuales los "objetos" de investigación o de aplicación de prácticas de desarrollo, salud y educación pasen a ser "sujetos" participantes activos. Tomando nota de recientes denuncias de análisis de HIV inconsultos, proponemos exigir que el consentimiento informado rija la realización de cualquier investigación científica y tecnológica que involucre a poblaciones indígenas." (Alvarez M; Slavsky L, 1996).
Así la antropología, surgida como un discurso de legitimación de la supremacía del hombre blanco sobre todos los otros -por lo menos de acuerdo a la escuela evolucionista-, que creció como la fuerza auxiliar del colonialismo a quién sirvió mediante la realización de estudios tan inútiles para los pueblos que estudia como útiles para los dominadores tiene un compromiso histórico impostergable. Precisamente en las últimas décadas antropólogos de diversos países y tendencias tratan de construir un conocimiento que revierta a los pueblos colonizados, priorizando los estudios sobre la supela fortaleza de Victos, en Vilcabamba, al último Inca, Tupac Amaru, la acción es posible, en parte, porque la enfermedad había debilitado la capacidad de resistencia de los hombres que la defendían.

De todas formas, en el caso de la conquista del Imperio de los Incas, la enfermedad parece haber tenido menos importancia táctica porque se abatió con mayor virulencia luego de la conquista y porque no tuvo los efectos catastróficos que en México.

Cuando los españoles llegan a Cajamarca acaba de concluir la guerra civil en la que ninguno de ambos bandos había ahorrado crueldades al otro, lo que había generado un gran resentimiento en el sector perdedor de la nobleza, que ve en los españoles la materialización de la maldición de Huascar a Atahualpa al presenciar el sacrificio de sus parientes: “Ojalá Viracocha te haga lo mismo que tú me haces.”

El imperio estaba tan rígidamente estratificado que la prisión de Atahualpa en Cajamarca, luego de una matanza de entre 2000 y 8000 miembros de su séquito (según las versiones), paralizó la capacidad de resistencia de la maquinaria militar del Imperio, que no estaba preparado para la eventualidad de un ataque porque ninguno de los pueblos que lo circundaba podía representar un peligro. Sin embargo la guerra de la conquista duró 40 años, pues en Cajamarca solo se inició la lucha por el poder que no era sino la continuación de la que se había dado previamente entre los hijos del Inka Wayna Cápac. La alianza entre los enemigos de Atawallpa, los curacas de las colonias, mas los miles de opositores al Inka y los españoles fue posible por una alianza de clases, es decir un contubernio entre explotadores nativos que no querían perder sus privilegios y los extranjeros que venían a buscarlos (Lumbreras,1981).

La rígida estratificación, que paralizó la capacidad de resistencia de los estratos medios, permitió que los españoles sustituyeran al Inca y aprovecharan, durante un tiempo, los instrumentos administrativos del Imperio en su beneficio.

Para el campesinado poco cambiará en principio con el cambio de amo. Cuando más adelante los rigores de la dominación española pongan de manifiesto lo que tantos pueblos aprendieron trágicamente en la era del imperialismo, esto es que la dominación extranjera siempre es más dura que la de los amos locales, porque el extranjero no cuida la “gallina de los huevos de oro”, es decir la reproducción del sistema, sino que busca la obtención de una grande y rápida ganancia, aun a costa de la supervivencia de la sociedad sometida, comenzarán la resistencia, bajo la forma de mitos milenaristas como el de Vilcabamba, que proponen la vuelta a un pasado ahora recordado como idílico, pero ya es tarde.

El alcoholismo desempeño y continúa desempeñando un importante papel en el sometimiento de las poblaciones americanas. No es que los pueblos precolombinos no conocieran la forma de hacer fermentar algunos vegetales y fabricar bebidas alcoholicas. Ya citamos las libaciones rituales de chicha que con un sentido ceremonial realizaba el Inca con los curacas cuando estos llevaban el tributo a Cuzco. La originalidad que introducen los europeos es la destilación de las bebidadas de inferior gaduación alcoholica con el fin de tornarla más embriagadora, y de menor volumen y, por lo tanto, más facil de transportar con los medios de la época. Pero, por supuesto, no se reduce a una cuestión de tecnología la aparición del alcohol en el horizonte patológico americano. Debe buscarse en las causas de las otras patologias anteriormente enumeradas los motivos que inducen a una población, antes libre de ese flagelo, a contraer un hábito que conduce a la inexorable degradación de la persona, la familia y el grupo étnico y a la aparición de una morbi-mortalidad asociada a la misma. La falta de la llamada “cultura alcoholica” llevaba en muchos casos a que las libaciones concluyeran con unas fenomenales trifulcas en las que más de uno pierde la vida, generándose así un clima de violencia y venganza generalizado.

George Muster, viajero inglés que recorió la patagonia en la segunda mitad del siglo XIX , relata reiteradamente las peleas con resultados mortales que se producían entre los tehuelches y entre los araucanos cada vez que se embriagaban, a pesar de que siempre algunos trataban de permanecer sobrios con el fin de custodiar las armas para que no pudieran servirse de ellas los borrachos (Muster, 1964). Cuando pocos años después los “conquistadores del desierto” terminen con la autonomía, y la vida en muchos casos, de los pobladores de esos territorios, la población sometida ya estaba severamente diezmada por las avanzadillas de la “civilización”, que en este caso fueron las enfermedades contagiosas y el alcohol. Esto permitió afirmar al General Roca al llegar con el Ejército a la isla de Choele-Choel: “Hemos llegado aquí para darnos cuenta de que no había indios.” (Terzaga, 1976)


Las consecuencias demográficas

“Aquellos invasores eran tan indeclinablemente optimistas que aún oliendo el acre olor de la sangre de las matanzas no dudaban estar haciendo el bien. Al eliminar a un oponente sentían estar aliviando al mundo de un error. Ellos, que eran los grandes portadores de la culpa judeocristiana, supieron protagonizar sin culpa ni duda el crimen histórico. Casi sin excepción se desconoce conquistador que haya perdido el sueño o haya muerto con lamentos de arrepentido.”
Abel Pose


La dominación europea en América significó una catástrofe demográfica que, aunque evaluada en su magnitud en forma dispar, como lo ha sido también la población precolombina, no deja de ser reconocida por los distintos investigadores.

Hay acuerdo general en que, sea cual fuere el contingente original de la población americana al comienzo de la conquista, la misma comienza a disminuir con esta, y continúa haciéndolo sin interrupción durante los primeros siglos de la dominación.

Si bien la disminución de la población no se produjo al mismo tiempo, ni con la misma intensidad, en todo el territorio, ocurrió antes en el Caribe y en las costas bajas tropicales, luego en las tierras altas más pobladas y por último en las periferias no sometidas a la dominación europea. El fenómeno es lo suficientemente homogéneo como para que la evidencia registrada en un lugar se constituya en un testimonio sobre lo ocurrido en otro.

Los arawac de las Antillas fueron exterminados totalmente en poco tiempo. En La Española, hoy Haití y Santo Domingo, la población indígena disminuyó durante los primeros 50 años de dominación española de por lo menos un millón a no más de 500 que fueron contabilizados en 1548. De los 600.000 individuos habitantes de la costa oeste de la actual Nicaragua no quedaban más de 45.000 en 1550. Hacia 1520 la Mixteca Alta oaxaqueña contaba con 700.000 habitantes, en 1660 no quedaban más de 30.000. Al momento del contacto, “...la población del continente podía representar cerca del 20% de la humanidad; un siglo después, la población americana, incluyendo a los europeos recién inmigrados, no significaba en términos cuantitativos, más que un 3% de la especie humana.”(Chaunu, 1969)

Respecto de la región más estudiada y la que cuenta con más registros, que es la de México central, la Escuela de California, que es la que más ha documentado sus conclusiones en fuentes indirectas, que son las únicas disponibles, como protocolos tributarios y otras, ha propuesto la siguiente evolución en el número de indígenas de la región:

1519----------------------------------25,3 millones
1523----------------------------------16,8 “
1548-----------------------------------6,3 “
1568-----------------------------------2,6 “
1580-----------------------------------1,9 “
1595-----------------------------------1,3 “
1605-----------------------------------1,0 “

lo que significaría que en menos de un siglo la población se redujo a menos del 5% del contingente inicial. Estos porcentajes son representativos también de lo ocurrido en el Caribe y, en menor medida, en las tierras cordilleranas, que eran las regiones de población más densa.

La catástrofe demográfica o para ser mas precisos, el genocidio se produjo por una multiplicidad de causas, a las que pasaremos revista para arribar a alguna conclusión de carácter más general.

En primer lugar la violencia. Como con las otras causas, con esta no podemos tener una idea precisa de la magnitud de su concurrencia a la catástrofe, pero podemos convenir que fue considerable.

Seguramente las cifras de 20.000 muertos en la batalla de Otumba, los 6.000 de Cholula, los 2.000 a 8.000 de Cajamarca, no alcanzarían para explicar los millones que perecieron durante los primeros años de contacto. A estos grandes números deben sumarse todas las matanzas menores, pero que sumadas son mucho más importantes, como las que se produjeron cuando los españoles y los tlascaltecas se lanzan a la conquista de Tenochtitlán, asolando primeramente a toda la región circundante para privar a los defensores de la metrópolis de auxilio externo.

A la violencia de las armas también deben atribuírsele las muertes producidas por el descalabro productivo como consecuencia de la guerra. El saqueo de provisiones para el ejército y para botín, la leva de esclavos, la desaparición física de gran número de productores muertos en la guerra, con la consecuente disminución de la producción, son algunas de las calamidades que la guerra trae consigo.

A la violencia de las armas y sus efectos indirectos debemos agregar la violencia del proceso de trabajo, esto es, la explotación extenuante del indígena por el encomendero. La concurrencia aislada de tal causa, con sus efectos indirectos, es igualmente difícil de discriminar en el contexto general, pero diversos testimonios de la época nos habilitan a otorgarle una importancia fundamental en la producción del genocidio.

Abundan los testimonios sobre el mal trato, la jornada extenuante, la falta de alimentación, la falta de seguridad, etc., en las minas de Nueva España y del Perú. Son conocidas las ceremonias de carácter fúnebre con que en los poblados indios se despedía a quienes marchaban, muchas veces acompañados por su familia, a la mita minera del Potosí, en la certeza de que de allí no se volvía.

El Imperio de los Incas distaba mucho de ser un imperio socialista como algunas veces se pretendió, sobre todo a partir de los “Comentarios reales” del Inca Garcilazo de la Vega. Pero el Inca, pese al carácter explotador y, muchas veces cruel, de su sistema, debía fundar la base de su poder en la reproducción de la sociedad de la que se nutría. Así, en términos generales, el límite de la explotación posible estaba impuesto por la posibilidad de reproducción de los explotados, y muchas de las acciones del gobierno del Inca, como la existencia de graneros, las obras de regadío, caminos, etc. tendían también a garantizar la supervivencia de los súbditos.

Pero la explotación colonial generalmente persigue la obtención de un lucro inmediato, sin importarle que el mismo se obtenga con usura de la vida de los explotados, o en detrimento del ambiente de las colonias. Quién tiene como meta ir a disfrutar de su riqueza en Cádiz, o en Miami, no debe preocuparse por lo que queda tras de si. Que se preocupen los que detrás vengan a carronear en los despojos.

Otro tanto ocurre respecto del modo de vida. El colonizador trasplanta a las colonias no solo los microorganismos, sino también los macroorganismos animales y vegetales, para recrear en las colonias el modo de vida de las metrópolis. Estos organismos trasplantados van a cambiar el entorno natural y productivo en el que se desenvuelven las pueblos nativos y a producir cambios de todo tipo en la vida de los mismos.

Piénsese que la ganadería es una forma de convertir energía en productos asimilables para los seres humanos muy inferior a la agricultura. Esto significa que el suelo que alimenta, por ejemplo, a una vaca, hasta que llega al punto de faena, puede alimentar durante ese mismo período a varios hombres, dedicados a la agricultura, sobre todo a una agricultura tan intensiva como la practicada en los estados de regadío en América, pero el alimento que esa vaca produce solo alcanza para alimentar a una pequeña fracción de las personas que vivirían de la agricultura (Harris, 1991). Pensemos también en los caballos criados con fines militares y civiles, las mulas para el trabajo de carga y para las minas, los cerdos, que muchas veces compiten con los humanos por los mismos alimentos, Agreguemos que el ganado es normalmente depredador de las sementeras. Que normalmente no había en las regiones agrícolas americanas grandes herbívoros de los que defender los cultivos, por lo cual las cercas, si las había, no eran apropiadas para sus nuevas funciones. Que por una ley de Castilla, extensible a América, los rastrojos debían ser librados al ganado. Apliquemos esta realidad sobre, por ejemplo, las tierras de Cuzco, densamente pobladas al momento de la conquista por agricultores que, mediante una explotación muy intensiva del suelo, con el aporte del riego de los canales administrados por el estado, con la adición de fertilizantes, también administrados centralmente, y con la especie de seguro agrícola que significaba la existencia de los graneros diseminados por todo el imperio, cuyas reservas podían movilizarse en caso de emergencia, cuya economía se descalabra con el impacto de la conquista, por la sustitución de los sectores dominantes por los españoles que se sustituyen en los privilegios, poro no en las funciones, cuya dominación les sirve para apropiarse de las mejores tierras con fines distintos de los hasta allí establecidos, y tendremos otra de las causas que posibilita que se haya podido establecer que en la zona de Huanuco la población masculina adulta sufrió una contracción del 80% entre 1531 y 1562, dato que puede ser representativo de todas las regiones densamente pobladas de América.

No solo con fines ganaderos se reorientaba la utilización del suelo, sino también, en gran medida, para la plantación de caña de azúcar, que además de tierras, restaban brazos a la agricultura de subsistencia.

Frente a esta realidad, no es difícil comprender que las sociedades indígenas hayan respondido fundamentalmente a estas contriciones muriéndose o no procreando.

Para que se produzca un descenso demográfico de tal magnitud como el que estamos tratando deben operar un conjunto de factores que coadyuven para que la gente muera o no nazca. La situación de sometimiento llevó sin duda, en los casos más dramáticos, al suicidio, a veces colectivo, como lo ejemplifica el caso del “hechicero” de Cuba que indujo a una multitud de indios a matarse, (Krubler 1942) y también al infanticidio, que era práctica habitual entre las madres caribes, que preferían esto a que sus hijos fueran sirvientes.

Respecto a la baja de la fecundidad también son una serie de causas de peso diverso pero difícil de medir las que concurren para la ocurrencia del fenómeno.

En primer lugar la frecuencia del coito. Seguramente el hambre, la desnutrición, la enfermedad, el trabajo extenuante, el maltrato, la pérdida de la autoestima, de la identidad, etc., no configuran el marco más propicio para la actividad sexual, ni, por supuesto, una motivación para la reproducción. Es frecuentemente citado que los jesuitas del Paraguay, alarmados por el descenso de la población de las misiones, obligaban a los indios a ellos sometidos a “hacer la siesta” con sus mujeres, en un intento vano por aumentar la fecundidad.

La imagen poco viril de los indios tiene como contrapartida la imagen del español como la de un gran reproductor. En amplias regiones rurales argentinas, aún hoy para referirse a alguien que es muy mujeriego, o a un animal macho con gran impulso reproductivo, se emplea la expresión: ”es muy castizo”, en manifiesta referencia a los españoles, a los que denominaban indistintamente como castellanos. Obviamente las condiciones extenuantes en que se desarrollaba el trabajo, la desnutrición, el estrés psicosocial y la tristeza no dejaron margen a una libido exuberante. De modo que mientras los indios se afanaban trabajando los españoles entretenían sus ocios abocados a la fornicación.

Debemos considerar además que todas aquellas causas que operaron para producir el debilitamiento psico-físico del organismo de los sometidos, deben haber sido también causa de un elevado número de abortos, espontáneos e inducidos. Qué decir entonces de lo que habrá sido la mortalidad infantil de niños cuyas madres, desnutridas y con pocas posibilidades de conseguir alimentos sustitutos de la leche materna para sus crías, debían repartirse entre el cuidado de las mismas y los servicios al amo. La desnutrición provoca además una postergación en la menarca. Esto se produce dado que las niñas deben incrementar en un 120 % su tejido graso para poder menstruar por primera vez. En los últimos veinte años quedó demostrado el papel preponderante que tiene la grasa almacenada en glúteos, caderas y pechos sobre el control de la capacidad reproductora femenina. Así una niña debe tener almacenada una cantidad mínima de grasa para tener sus primeros ciclos mensttruales normales, mantenerlos regularmente y estar en condiciones de ser fecundada. Por lo tanto hay un umbral por debajo del cual la ovulación no se produce o cesa. Este umbral se ha estimado en un 25 % aproximadamente sobre el peso total. Esta función del tejido adiposo sobre la reproducción tiene un claro sentido adaptativo dado que el embarazo requiere mucha energía: se estima que entre 50.000 y 80.000 son las calorías consumidas en este proceso y entre 500 y 1000 las calorías extras diarias para la lactancia (Frisch, 1988; Pinotti, Favier Dubois, 1995).

Es sugestivo hacer notar aquí la importancia dada a la fertilidad en las culturas indígenas americanas de economía agrícola. Es notable su representación simbólica mediante estatuillas femeninas de cerámica o piedra en estado de gravidez o con sus atributos sexuales primarios y secundarios provocativamente remarcados, los famosos huacos eróticos mochica y chimu, o la alegoría de animales captados en el acto de la cópula (Girard, 1976; Lumbreras, 1981; Fauffmann Doig, 1980). Conviene aquí recordar el calendario lunar americano -relacionado con los ciclos femeninos de 28 días- sustituido por el gregoriano, las diosas femeninas de la fertilidad como Ixmucane, la Pachamama, el motivo de la serpiente el símbolo más difundido de América relacionado con el falo y su condición de dador de vida. Aun mas el acto sexual formaba y forma parte de las ceremonias propiciatorias de la fertilidad de plantas y animales, en las comunidades campesinas de América. En estas fiestas de marcado tinte orgiástico la abundancia de bienes para la subsistencia humana debe propiciarse en el despliegue de Eros en todo su esplendor festivo. Es allí donde la cotidianeidad profana se interrumpe para dar lugar al espacio sagrado donde se hace posible manipular el universo. Se ritualiza el miedo a la escasez y la muerte mediante el ejercicio del amor, el baile, la música, la comida y la bebida. De este modo las fuerzas de regeneración emergerían a partir de la representación del caos inicial.

Tendríamos que hacer un alto aquí para apuntar el profundo choque que significó la evangelización en este aspecto religioso donde lo que antes era sagrado se convertiría en pecado para la doctrina católica. El desconcierto quedó maravillosamente registrado en un documento anónimo de la época en la palabra de un cacique mexicano “que han de ser estas gentes que cuando todo el mundo ríe y se regocija ellos lloran y gimen /.../ han de padecer mal de locura sin duda,... / por lo tanto /... dadles de comer y beber que al cabo morirán del mal que padecen...” Se refería entonces a la incomprensible actitud de los sacerdotes católicos que no manejando aún la lengua local trataban de predicar el evangelio señalando el cielo y la tierra, queriendo indicar que el cielo era para los conversos y el infierno para los demás que no abandonaran sus prácticas aberrantes. Este último lugar, para simplificar como no había en la cosmovisión indígena algo equivalente no les quedaba más que desgarrarse las vestiduras, gritar, llorar y tirarse de los pelos para advertirles de los horrores del averno.

Pensemos entonces en la fertilidad muy inferior en las mujeres y hombres inmersos en la situación colonial, lo que sumado a un acortamiento de la expectativa de vida, dejaría muy poco tiempo útil para la reproducción. Mas allá del descenso calamitoso de la población ¿cual no habrá sido la angustia, tristeza y dolor que como individuos sintieron al no poder responder a lo que culturalmente se consideraba el ideal en la construcción social del género? Reflexionemos sino en el drama de las víctimas de las esterilizaciones masivas entre 1927 y 1972 ocacionadas por la aplicación de una ley norteamericana sobre hombres y mujeres blancos considerados débiles mentales o antisociales incluyendo “madres solteras, prostitutas, delincuentes menores y niños con problemas de disciplina” (Gould, 1988), efectuadas sin consulta y sin que los interesados se enteraran. Muchos deambularon por los consultorios hasta enterarse de lo que les había sucedido, como el caso de Doris Buck Figgins. Cedemos la palabra al paleoantropólogo Stephen Gould quien en La Falsa Medida del Hombre desnuda este y otros crímenes cometidos en nombre de la ciencia: “Uno podría hacer un frío cálculo y decir que la decepción de Doris Buck nada significa en comparación con los millones que han muerto en las guerras para justificar designios de dementes, o la arrogancia de los gobernantes. Pero, ¿acaso se puede medir el dolor de un sólo sueño insatisfecho; la esperanza de una mujer indefensa, frustrada por el poder público en nombre de una ideología que pretende la purificación de una raza? Valga el testimonio simple y elocuente de Doris Buck como representación de millones de muertes y frustraciones, y que nos ayude a recordar que el Sabbath se ha hecho para el hombre, y no el hombre para el Sabbath: “Me eché a llorar. Mi esposo y yo deseábamos desesperadamente tener hijos. Estábamos locos por ellos. Nunca supe lo que me habían hecho.”

De mas esta decir que esta metodología fue implementada profusamente por las llamadas eufemisticamente “Brigadas de Paz” de Estados Unidos en la década del ‘70, sobre algunas comunidades indígenas de la sierra peruana, boliviana y del noroeste de nuestro país entre otras, que so pretexto de someter a las mujeres a una extirpación de apéndice les operaban las trompas de Falopio, a fin de evitar la reproducción de la población de ese origen.



Las enfermedades de la conquista


Si bien muchas de las enfermedades estaban presentes en ambos continentes como la sífilis y la tuberculosis los europeos aportaron a la epidemiología americana muchísimas nuevas como: fiebre tifoidea, viruela, peste negra, sarampión, gripe y demás infecciones respiratorias. Además otras presentes en baja frecuencia como la tuberculosis, las parasitosis y la anemia, por una dieta demasiado restringida a los carbohidratos en las clases bajas en los Andes Centrales, aumentaron considerablemente por las condiciones de hacinamiento, problemas de saneamiento y presión ambiental generados por la situación colonial (Ortner, 1992, Verano, 1992).
En todos los casos la enfermedad actuó como factor de selección eliminando individuos portadores de ciertos genes que determinarían fenotipos mas vulnerables que otros. La seleccion natural elimina variabilidad y es un hecho demostrado que en América la población indígena actual es mayoritariamente portadora del grupo sanguíneo 0, quedando los alelos A y B restringidos al sudoeste de Estados Unidos y ciertas regiones de Argentina, Perú y Colombia con frecuencias alélicas insignificantes. Sin embargo los estudios efectuados sobre restos esqueletales y momificados revelan que los grupos A y B habrían estado presentes en tiempos prehispanicos. ¿Cual fue la razón que provoco su catastrófica reducción y aun desaparición?
Actualmente se conjetura que los agentes patógenos de estas enfermedades tienen las mismas especificidades que los antígenos de los grupos sanguíneos por lo que únicamente los portadores del grupo sanguíneo 0 generarían anticuerpos anti A y anti B que los protegería de esos agentes patógenos -según la ley de Landsteiner-. Por lo tanto según estimaciones efectuadas por Jorgensen (1977) las personas de grupo 0 tendrían mas posibilidades de alcanzar los 75 años de edad que los portadores del grupo A.
Sin embargo creemos que los agentes patógenos en sí mismos no serían los exclusivos responsables de la altísima mortalidad sino el estres generado en el marco de la situación colonial donde la violencia de la dominación genera en los organismos una situación fisiológica conocida en biología con la palabra estres o tensión. “Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios como causas de enfermedades son una pobres causas.” (Ramón Carrillo)

Para explicar el estrés en términos sencillos, podemos observar que ante una situación amenazante los organismos producen un aumento considerable de cortisol. Esta hormona desencadena respuestas eficaces para hacer frente al peligro con mayor afluencia de sangre -portadora de glucosa, es decir energía y oxígeno- al corazón, cerebro y musculos esquelicos. De modo que esta respuesta es imprescindible para la supervivencia porque redistribuye la sangre y su alimento donde más se necesita (Selye, 1988; Sapolsky, 1992)

Sin embargo cuando esta respuesta se torna crónica produce la postergación de funciones imprescindibles tales como, el crecimiento, la digestión y la reproducción. El producto final se resume en la aparición de ulceras estomacales, atrofia de los tejidos del sistema inmunologicos -abriendo la puerta a las enfermedades- y el crecimiento de las glándulas adrenales. Esto se produce porque el cortisol - u homona anti estres- segregado en las glándulas suprarrenales moviliza energía fabricando glucosa a expensas de las proteínas que bajo su acción se desintegran. Con la metabolizacion continua de glucosa sin ningún respiro para almacenarla, los tejidos se atrofian, apareciendo hipertensión, lesiones cardiacas, en los vasos sanguíneos y en los riñones. Cuando los procesos constructivos se postergan, se produce retardo en el crecimiento y obviamente reducción de la fecundidad (Tanner, 1980; Selye, 1988; Sapolsky, 1992).


Todos los estudios coinciden en la acentuada mortalidad posterior al contacto.
La disminución de la movilidad del grupo y la sedentarización produjeron un gran impacto epidemiológico, afectando la salud, el nivel nutricional y la estructura demográfica de la población. A modo de ejemplo podemos citar que las epidemias de sarampión y gripe causaron como respuesta cultural la diseminación y fuga de miembros de la etnia yanomano en la selva brasileñá, provocando la dispersión de 15 aldeas en menos de 6 meses, mientras que entre los kaigang ante el mismo fenómeno se aglutinan en una misma maloca creando en uno u otro caso el mismo efecto: tanto la propagación de la enfermedad como la interrupción de las actividades normales de subsistencia.
Por otro lado en los pueblos de las tierras bajas tropicales el marcado deterioro en la dieta se produjo por la sustitución del cultivo de mandioca por café, arroz y cacao, reemplazando el sistema agrícola de subsistencia a favor de la producción industrial, lo que a la par de instituir el monocultivo que elimina la diversidad en la dieta, potencia el deterioro en la calidad alimentaria por el tiempo exigido para el trabajo de tipo industrial, reduce el tiempo que antes se destinaba a la caza y recolección.

En el altiplano andino se cultivaba en andenes a diferentes niveles donde se había logrado una adaptación perfecta de mas de 200 variedades de maíz y 300 de papa, más cucurbitáceas, ají, porotos..etc. y la cría doméstica de cobayos que aportaban una fuente constante de proteínas animales Esta explotación exigían abundante mano de obra para el mantenimiento de los complicados sistemas de regadío y el traslado de fertilizantes desde las islas guaneras de la costa peruana, a la par que una autoridad central. La desarticulación provocada por la conquista y colonización, la disminución de la población por muerte, enfermedad y traslado masivo de hombres, condenó al fracaso a uno de los sistemas de aprovechamiento de las condiciones ambientales más logrado de la tierra, desastre del que nunca se recuperó.
Por otra parte el aumento del consumo de grasas saturadas y carbohidratos, produjo el aumento de diabetes mellitus, obesidad y enfermedades cardiovasculares. También aparecieron los accidentes de trabajo por el ritmo de explotación intensivo ya sea en el trabajo en las minas de las tierras altas como en la tala del bosque en las plantaciones provocados por picaduras de ofidios, cortes con las hachas y arboles que se desploman encima de los operarios.

La concentración de población provoca hacinamiento donde se ponen en contacto las cepas de parásitos para los que los indígenas no tienen anticuerpos. Las especies domesticas como el cerdo, la vaca y el burro sin control veterinario introdujeron la fiebre aftosa, la tuberculosis, la brucelosis, las tenias y el tétanos.
Como ya hemos señalado antes, el deterioro en la alimentación y el estres producido por múltiples factores produjo un descenso notable en la fertilidad en ambos sexos. Este efecto se potencia por la alta endogamia grupal lo que favorece la homocigocis, que al reducir la variabilidad elimina la posibilidad de individuos capaces de hacer frente a las enfermedades. Es así que actualmente el rebrote de algunas epidemias tales como el cólera atacaría con mayor encarnizamiento a los portadores del grupo O, provocando una ofensiva selectiva sobre la población indígena que es mayoritariamente portadora de ese grupo. Entonces nunca más cierto que hoy aquello de que “...si el viejo derecho de soberanía consistía en hacer morir o dejar vivir, el nuevo derecho será el de hacer vivir o dejar morir.” (Foucault, 1992). De esta suerte, el crimen desembozado de otras épocas dará lugar a un “lessais faire” cómplice y abyecto en cuanto al bienestar sanitario de las clases subalternas mientras que no se escatimarán esfuerzos en la solución de las patologías que apotarían algún redito económico.

Pero aquí no termina la infamia. Las poblaciones indígenas, frecuentemente aisladas y sobreviviendo en lugares despreciables para el hombre blanco constituyen el campo de estudio de biólogos, ecólogos y algunos que se dicen antropobiólogos pues conformarían el objeto adecuado para sus investigaciones acerca de la biodiversidad genética, la inmunoresistencia a determinadas enfermedades y la “adaptación a condiciones extremas”. En ellos los sujetos pierden su condición de hombres pensantes y libres que puedan rehusarse a participar del “experimento en vivo” donde son sometidos a exámenes vejatorios a la dignidad humana como las mediciones en rostro, cráneo, cintura biacromial y pélvica con el sólo objeto de estudiar la expresión fenotípica de la heredabilidad con un marco teórico de principios de siglo que dio origen a la vieja tipología racial, así como la extracción de muestras de pelo y sangre para efectuar análisis de ADN nuclear y mitocondrial y contribuir a engrosar el banco de datos del Proyecto Genoma Humano.


A raíz de las denuncias efectuadas por las propias comunidades a través del AIRA -Asociación Indígena de la República Argentina- ante el Defensor del Pueblo de la República Argentina, se supo que se efectuaron extracciones de sangre compulsivamente para efectuar análisis de Sida en El Chalía y Loma Redonda en Chubut sin autorización escrita y rubricada como así lo estipula la ley 23.798, promulgada en el año 1991. Asimismo con el objetivo de identificar el retrovirus de la leucemia en poblaciones que sin padecer la enfermedad están infectados con una variante denominada HTLV2, se efectuaron extracciones de sangre en Ruca Choroi y Los Miches, de Neuquén hecho denunciado por DECUIN -Asociación de defensa de la Cultura Aborigen ante la ONU (Clarín, domingo 9 de junio de 1996). La aplicación comercial de estas investigaciones no tiene límites. En el futuro la biología y la ingeniería genética mediante la manipulación reemplazará a la química*. Por supuesto que los beneficios económicos jamás alcanzarán a las poblaciones “conejillos de indias” (Noticias, 29 de junio de 1996).

El negocio es millonario pues “Quien posea el conocimiento de las secuencias genéticas para reproducir a voluntad cualquier proceso orgánico humano (y más adelante ello podrá ampliarse al genoma de cualquier especie animal o vegetal) tendrá en su poder la lámpara de Aladino del siglo XXI en el campo de la salud. Un negocio que mueve al año alrededor de 90.000 millones de dólares en todo el mundo, que está catalogado como la segunda actividad lícita más redituable y que - paradógicamente - realiza el 35 % de sus ventas en el Tercer Mundo.” (Casalla, 1992).

La posibilidad de detectar determinadas secuencias de ADN que codifican para determinado fin no agotan los “productos” que se pueden obtener de estas muestras de sangre. Si entramos en la lógica del mercado, donde la demanda crea la oferta, la preocupación mayor de ciertos científicos émulos del Dr. Mengele embarcados en el Proyecto Genoma Humano es ...”que les vayan a restar poder, dinero o autorización para seguir investigando en una dirección que el público en general podría considerar una intromisión en su intimidad” (Casalla, 1992). (Quienes crearon la bomba atómica pensaban lo mismo). Los estudios de HLA o histocompatibilidad se utilizan para los transplantes de órganos y hoy se nos ha hecho habitual la demanda para el recambio, practica a la que solo acceden quienes dispongan de verdaderas fortunas que es lo que cuestan esas operaciones. En el primer mundo el requerimiento es mayor porque la disponibilidad monetaria también es mayor. Precisamente en los últimos tiempos se han registrado denuncias por parte de médicos, abogados y sacerdotes a cerca del tráfico de órganos y niños provenientes en su mayoría de Latinoamérica, siendo las comunidades indígenas históricamente más despojadas las víctimas principales. A modo de ejemplo un sacerdote de San Pablo, Paul Barruel denunció que de 9.135 visas para niños que supuestamente serían adoptados por extranjeros y de los cuales 2.000 tenían como destino Italia, sólo ingresaron a ese país mil (Casalla, 1992).

Por todo lo expuesto pensamos que cuando el cacique mapuche Lorenzo Pincén de Trenque Lauquen dice :”Estamos en contra de que se hagan estudios de sangre a nuestros hermanos del sur porque no sabemos con qué fin están siendo utilizados”, no hace mas que expresar la certidumbre de que una vez mas se reitera el saqueo pero con la sospecha de que puede ser sólo el preludio de algo infinitamente peor (Noticias, 29 de junio de 1996).



SEGUNDA PARTE

La construcción de las identidades indígenas

Declaración de Barbados II
Hermanos indios:
En América los indios estamos sujetos a una dominación que tiene dos caras: la dominación física y la dominación cultural.
La dominación física se expresa, en primer término, en el despojo de la tierra. Este despojo comenzó desde el momento mismo de la dominación europea y se prolonga hasta hoy.(...)
La dominación física es una dominación económica. Se nos explota cuando trabajamos para el no indio, quién nos paga menos de lo que produce nuestro trabajo.(...)

La dominación cultural puede considerarse realizada cuando en la mentalidad del indio se ha establecido que la Cultura occidental o del dominador es la única y el nivel más alto del desarrollo, en tanto que la cultura propia no es cultura, sino el nivel más bajo del atraso que debe superarse;(...)
Podemos afirmar que los europeos del siglo XV no descubrieron América, sino que la inventaron. Antes de ellos existía una riquísima diversidad de pueblos que respondían a matrices culturales distintas, luego de ellos existe América y los indios, definido tal atributo de indianidad, desde la óptica de la sociedad colonial y de los estados que con las guerras de la independencia se conformaron, no como la pertenencia a un grupo cultural diverso, sino como una carencia, es decir como la carencia de los rasgos de la civilización, que es necesario imponerles por la fuerza. Desde la misma perspectiva podemos afirmar que el consabido descubrimiento no es en verdad más que un cubrimiento de todo lo original y diverso que en estas tierras había.

Lo notable del proceso que se inicia con al conquista de América es que, pese a todas las fatalidades que se abatieron sobre los indios, estos, en muchos casos, continúan empecinados en seguir vivos, siendo indios, conservando su identidad, sus formas de explicar el mundo y sus valores.

El estado español forjó su unidad imponiendo la supremacía política, militar y lingüística de los castellanos sobre los otros pueblos que habitan su territorio, (vascos, catalanes, navarros, gallegos, etc.). Impulso además la unidad religiosa mediante expulsiones de no católicos, como moros y judíos, y persecuciones de todos los que real o imaginariamente se opusieran al dogma por ellos defendido. Con más razón en América, donde las cosmovisiones de los sometidos eran tan distintas a la suya, trataron de imponer a sangre y fuego la homogeneidad cultural y religiosa. En la “Relación de las cosas de Yucatán” Diego de Landa escribe: “Hallámosles gran parte de estos, sus libros, y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo cual a maravilla sentían y les daba pena.”

Junto con la pérdida de los atributos materiales de su especificidad étnica (libros, calendarios, templos, objetos de culto, ceremonias tradicionales, etc.) las sociedades complejas perdieron, por muerte o asimilación, a sus cuadros eruditos y dirigentes, a los artistas y los técnicos, que, o cayeron en la lucha, o fueron víctimas del genocidio antes tratado, o pactaron con el conquistador sobre el sufrimiento de sus pueblos, y se sometieron a un proceso de aculturación que los españoles se cuidaron de impulsar mediante escuelas para caciques, casamientos mixtos, etc., dejando en estado de penuria cultural por largos períodos a estas poblaciones. (Ribeiro, 1992)

La religión fue muchas veces el apriete para quebrar la conciencia étnica de los pueblos. Impuesta por la fuerza en principio, no dejo, ni con el tiempo y el advenimiento de la democracia y los derechos humanos como ideología universal, de ser uno de los más eficaces instrumentos de sometimiento cultural. Cuando la posta de la dominación sobre las minorías la tomaron los estados nacionales surgidos de las guerras de la independencia, al calor de los movimientos inspirados en la revolución francesa, esos estados nacionales dictaron constituciones donde, junto con el derecho de “profesar libremente su culto”, garantizado por el texto constitucional, (art. 14 de la Constitución de la Nación Argentina de 1853, mantenido hasta el presente) concedían al Legislativo Nacional la facultad de promover la conversión de los indios al catolicismo. No podemos menos que pensar que las religiones indígenas no son siquiera consideradas cultos, ya que no podemos suponer que tantos preclaros juristas como se sucedieron en la imparcial Corte Suprema de Justicia y en las sucesivas Asambleas Reformadoras de la Constitución, hubieran sino pasado por alto la aparente contradicción entre el Articulo 14 y el Artículo 67 inciso 15 de la misma Constitución. Pero la libertad de cultos si es invocada cuando se trata de defender la agresiva política misionera de los cristianos de diverso tipo, que muchas veces logran la aproximación a las almas de los indios por la poco espiritual vía del estomago, mediante la provisión de alimentos u otros bienes y servicios provenientes de las opulentas iglesias del norte. No pocas veces también son los estados los que entregan el cuidado de la salud y la educación de los indígenas a la Iglesia Católica, haciéndose así, una vez más, culpables de etnocidio. (Colombres 1993)

La Constitución reformada en 1994 sustituyó el artículo antes citado por el art. 75, inciso 15 que dice: “Corresponde al Congreso: Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos.
Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones.” Haría falta una investigación que diera cuenta de como se tradujo en la práctica esta manifestación de buenos propósitos que es siempre un texto constitucional.

El indigenismo, entendido como el pensamiento que define y justifica las políticas públicas para con los sectores de la población definidos como indígenas tiene su acta de fundación en el Primer Congreso Indigenista Interamericano, celebrado en Pátzcuaro, México, en 1940. En el congreso se reconoce la existencia del pluralismo étnico y la consecuente necesidad de políticas específicas. Estas políticas deben ser protectoras de un indio económica y socialmente débil, a quién se debe tratar de incorporar integralmente en la vida nacional de cada país, estimulando la permanencia de los aspectos de las culturas indígenas que sean “positivos”. Estos postulados básicos permanecen como los pilares del pensamiento indigenista hasta nuestros días. En este pensamiento no caven las reivindicaciones étnicas como tales, en la medida en que el pluralismo que se admite no constituye una solución posible, mucho menos deseable, para el futuro. El indigenismo, entonces, va a ser cuestionado por las organizaciones indias.

Asimismo, perdieron estos pueblos también la propia historia, que les fue enajenada con la tierra y la autodeterminación. Lo que los europeos consideran (¿consideramos?) grandes logros y virtudes de las “altas civilizaciones” les son expropiados por las oligarquías que se sustituyen en el mando.

“Se conmueven del Inca las tumbas
y en sus pechos revive el ardor,
lo que ven renovado en sus hijos
de la patria el antiguo esplendor”

reza el Himno Nacional Argentino, que viene a corroborar lo afirmado por Bonfil Batalla respecto de México cuando dice que todos los mexicanos consideran que son los legítimos herederos de Cuatemoc, pero se les niega ese carácter a los legítimos descendientes de los aztecas. Se les niega también la capacidad de realizar trabajos como los que los europeos admiran cuando algunas “teorías” pretenden, con un éxito sugestivo, que las obras de marras (calendarios, construcciones monumentales, etc.) no pueden sino ser el resultado de la acción de los extraterrestres. ¿Cómo, sino, podrían “estos pueblos tan atrasados” haber realizado semejantes maravillas?

Perdieron sobre todo la tierra, en un proceso que comenzó con su expropiación por los españoles y que continuó en el período independiente de distintas formas. Los ordenamientos jurídicos sobrevivientes a las revoluciones independentistas establecieron como principios intangibles la libertad, la igualdad y la propiedad privada individual, con lo cual, en el mejor de los casos convirtieron al indio en un minifundista que, debido a la poca competencia que tradicionalmente posee para disputar con los blancos en el terreno jurídico, (desconocimiento del idioma, temor reverencial, desconocimiento del ordenamiento jurídico, etc.) de a poco va perdiendo las tierras a manos de los inescrupulosos especuladores que los esquilman.

Perdieron, en la visión de los blancos, su carácter de seres humanos completos, cuando la ciencia del siglo XIX volcó sobre ellos el cumulo de prejuicios biologicistas con que la “raza blanca” justificaba su predominio. Los indios son una raza prehistórica y servil, de cerebro más reducido que el de los españoles, dirá Sarmiento en “Conflictos y armonías de las razas en América” inspirado en la lectura de Spencer. Las consecuencias de tal visión no son difíciles de imaginar si pensamos que las diferencias biológicas solo son reducibles por la muerte; que en el decir de Foucault el racismo es la antesala del genocidio; y que al presidente que sucede a Sarmiento, Avellaneda, será a quién le quepa la gloria de que se realice, dentro de su mandato, bajo la conducción de su Ministro de Guerra, Roca, la Campaña del Desierto. Expresión curiosa si las hay, como es curioso que haga falta un ejército armado con fusiles Remington para conquistar lo que, de ser efectivamente un desierto, debería haber sido simplemente ocupado (Mandrini, 1986).

Perdieron el derecho a la existencia como competidores de los blancos que representan “el progreso” de la humanidad. “Si el exterminio de los indios resulta provechoso para la raza blanca, ya es bueno para esta; y si la humanidad se beneficia con su triunfo, el acto tiene también de su parte a la justicia, cuya base está en el dominio del interés colectivo sobre el parcial.” sentenciará Leopoldo Lugones a principios de nuestro siglo en “El imperio jesuítico” (Colombres, 1993)

Pueblos enteros desaparecieron de la faz de América por no ser útiles al proyecto europeo, ya sea por no someterse, como los Quilme o por ser necesarias las tierras pero no imprescindibles los habitantes, como en Las Antillas o Tierra del Fuego. Pero donde se necesitó la fuerza de trabajo de los indios se los mantuvo social y culturalmente segregados. La necesidad social del indígena fue uno de los aliados con que contaron algunas etnias para mantener su permanencia, porque si bien la tendencia general ha sido siempre a la unificación cultural a partir de la eliminación de una de las dos culturas en pugna, lo mismo no es enteramente util a la exigencia de mantener una clara distinción entre colonizador y colonizado que permita reconstruir las condiciones de doble explotación del indígena. De esta manera algunas etnias conservan un territorio, a veces propio, a veces fiscal, pero siempre claramente insuficiente para su completa reproducción, razón por la cual se ven obligados a vender su fuerza de trabajo temporariamente para poder proveer a los requerimientos de su supervivencia que no pueden conseguir con la tierra que poseen. Esta situación es sumamente provechosa en las regiones donde el trabajo agrícola o ganadero tiene una fuerte estacionalidad -cosecha, desmalezado, esquila-, porque sería muy oneroso mantener durante todo el año la dotación de personal suficiente para la época de mayor demanda. En algunas regiones se completan las necesidades mínimas -ínfimas- mediante la recolección o el abigeato, -sigue siendo más barato hacer la vista gorda si se roban una oveja para comer que mantener durante todo el invierno a quién se va a precisar solo en verano, y de paso quedan convalidos en su estigma de ladrón-. A la baja retribución, producto de la baja calificación del trabajo por estos individuos realizado, se debe agregar la explotación accesoria que posibilita su condición habitual de indocumentados, analfabetos, no sindicalizados, no poseedores de los códigos necesarios para desenvolverse dentro del “estado de derecho”, no hablantes del idioma oficial, no poseedores del “fenotipo hegemónico”*, etc. Esta doble explotación por pobre y por indio también es observable en otros grupos que combinan la pobreza con algún otro atributo que los pone en desventaja, como por ejemplo los migrantes ilegales, pero esta es otra cuestión (Fuscaldo, 1986)

¿Quiénes son los indios hoy?
“La ausencia de comprensión es tan grande que llega al lenguaje, al vulgar y al académico, incluso al revolucionario. Se confunde indio con indígena, olvidando que indígena es un adjetivo e indio un sustantivo, que indígena califica lo aborigen, lo autóctono de algo o alguien de cualquier parte del mundo, en tanto que indio es el nombre de una raza, nacionalidad o pueblo determinado” (Reinaga, 1972)


Esta es una pregunta harto difícil de responder por razones de diversa índole. Una primera es la que podemos denominar el genocidio y el etnocidio estadístico de que son víctimas, que nos impide responder a la pregunta de cuántos son hoy los indios. Esto se debe a que la cuestión de la identidad no es habitualmente relevada por las oficinas de estadísticas de los países americanos porque no se considera que tal dato sea de tanto interés como para gastar en él el dinero que insumiría su obtención. Cuando la variable si es relevada las objeciones suelen recaer sobre la calidad de los datos.

Según Miguel A. Bartolomé serían aproximadamente 40 millones los indígenas americanos hoy. De acuerdo a un relevamiento llevado a cabo por la CADAL, serían 409 los grupos étnicos sobrevivientes todavía en América Latina. (En Bonfil Batalla, G. 1981) A estos indígenas los podemos dividir en dos grupos diferentes. Unos son los grupos étnicos formados por pocas personas. Estas microetnias son muy numerosas, más de cuatrocientas, pero no pasan de contener al 10% de la población indígena total

* En un país como Argentina que se vanagloria de ser el más europeo de América - mirando solo cierto sector de la población capitalina-, el “fenotipo hegemónico” ha de ser en lo posible rubio y de ojos azules y si tinen dudas observen los avisos publicitarios de los medios gráficos y televisivos.
del continente. En Brasil se cuenta con cerca de 150 grupos diferentes que en su mayoría no suman más de 100 individuos, que son 100.000 en total, lo cual es muy poco para los aproximadamente 140.000.000 de habitantes del país. Todas estas microetnías, por lo general muy aculturadas, encuentran serias dificultades para poder seguir reproduciéndose y, como no constituyen un problema demográfico ni político, sino tan solo unos grupos marginales subalternos, parecería que su suerte está echada. Esto quiere decir que van camino de la desaparición por el desgaste etnocida o por el exterminio genocida, o que terminarán integrándose a la sociedad mayor como contingentes que, aun sin poseer otros rasgos culturales propios se continuarán identificando a si mismos como indios, acrecentando de este modo la marginación propia de la pobreza (Ribeiro, 1992).

Otros son los grandes contingentes indígenas, no más de doce, que constituyen el 90% de los indígenas americanos. En algunos países americanos estos indígenas constituyen la mayoría de la población, mientras que en otros son mayoría en las regiones donde se asientan. Recordemos que estos grupos fueron los primeros en ser dominados y sometidos a un proceso de aculturación. En siglos de opresión colonial poco fue lo que pudieron conservar de sus primitivas culturas. conservaron si el carácter genérico de indios que buscan, a través de la lucha, poder tornarse en indios específicos. Su localización rural -hay quienes niegan la posibilidad de un indio urbano- hace que muchas veces sean confundidos con el campesinado, con el cual comparten muchas características, y que se piense que sus problemas no son diferenciables de los de este sector. . Para otros, para ellos mismos, está claro que además de campesinos explotados ellos son indígenas, es decir una gente que se percibe como distinta y que desea continuar siéndolo. Otros grupos resistieron durante años la opresión de los españoles primero y de los criollos después, como el caso de los mapuches, sin posibilidad alguna de ganar la guerra ni concretar la paz. (Ribeiro 1992)

Al problema cuantitativo antes señalado debemos agregar el problema conceptual de definir al indio. Diversos fueron los criterios empleados para encontrar indicadores de la variable en cuestión. Uno fue el de echar mano de indicadores biológicos, pretendiendo entonces definir al indio en términos raciales. El consabido proceso de miscigenación ocurrido en nuestros países, que nos torna a todos mestizos, hace que tal intento sea obsoleto. Aun así en los Estados Unidos los porcentajes de “sangre “ india todavía juegan un rol importante para la definición jurídica del indio.

El criterio lingüístico es frecuentemente propuesto como un indicador correcto. Si observamos que en Paraguay el 80% de la población habla guaraní, mientras solo el 2,6% es considerada indígena, veremos la falta de adecuación entre los hablantes de la lengua y los indios. Podemos agregar también que muchas comunidades han ido perdiendo el idioma por no ser operativo para desempeñarse socialmente.

La cultura ha sido otro de los indicadores empleados para delimitar al indio. Se definiría la cultura indígena por oposición a la cultura occidental, con el agregado de contener elementos precolombinos. Pero los que se sienten indios en América, o son considerados tales, forman un grupo demasiado disímil que hacen que muchas veces sean más distintos entre si que lo que los separa a cada uno de ellos de los habitantes vecinos de sus territorios, lo que nos dificulta agruparlos en una misma categoría.

Algunos proponen entonces construir la categoría de acuerdo al problema a estudiar en cada momento. Otros desean definir quienes serán los que caigan dentro de la política indigenista y convierten entonces la variable en intervalar (es decir que la categoría indio estaría compuesta por quienes cayeran dentro del intervalo más pobre y con más dificultades para integrarse a la sociedad, medido esto según indicadores cuantitativos.) y los indios pasan a ser los peor equipados para competir en la sociedad.

Cuando se trata de construir un indicador operativo para identificar la población indígena en censos y encuestas, lo que se utilizada en los últimos censos de población de América Latina, ha sido: a) la lengua hablada, que ha sido utilizada como indicardor en los censos de Bolivia, Honduras, México, Panamá y Perú. En el censo de 1990 de Ecuador, se utilizó la variante de preguntar por la lengua hablada más frecuentemente en el hogar. b) Autoidentificación o autopercepción sobre la pertenencia a un grupo o cumunidad indígena. Este tipo de indicador puede traer aparejado una subestimación de la población porque a la pregunta: -“¿ Es Ud indígena?”, los que responden lo hacen teniendo en cuenta, sobre todo en areas urbanas la discriminación y los prejuicios de los que suelen ser objeto, por lo que tienden a dar respuestas negativas. Por otra parte en ciertas circunstancias pueden responder afirmativamente quienes sin considerarse indígenas, piensan que identificándose como tales pueden obtener algunos beneficios -asistencialismo, tierras, créditos-. Este criterio ha sido utilizado en Guatemala, Panamá, Brasil y Chile. c) Ubicación geográfica, criterio útil cuando la población se concentra en determinados territorios. Se utiliza a veces en forma mixta combinándola con la pregunta de autoadscripción o de lengua sólo en las áreas geográficas en que se presupone que existe este tipo de población como se ha hecho en Colombia, Paraguay y Venezuela.

La breve enumeración anterior nos indica que la disparidad de criterios empleados para enumerar la población indígena torna dificultoso sistematizar la información.

A la anterior dificulatad debemos agregar la subestimacion que producen los criterios utilizados. Y el hecho de que al ir cambiando los criterios operativos se torna dificultoso el seguimiento en el tiempo de la variable y sus relaciones.

Respecto a la subenumeración de la población indígena en censos y encuestas, podemos decir que, a la subenumeración que es habitual en zonas rurales, que se calcula entre el 5 y el 10%, se debe agregar la que es producto de los criterios utilizados: a lo anteriormente explicado respecto de la pregunta sobre autoadscripción podemos agregar que la pregunta sobre la lengua trae aparejada una fuerte subestimación de la población joven que no habla ni se identifica con la lengua como los grupos mayores, al mismo tiempo que deja afuera a los grupos menores de 5 o 6 años, aunque esta ultima causa de subenumeración puede ser subsanada mediante estimaciones indirectas sobre el porcentaje de individuos en esos grupos de edad en poblaciones parecidas a las que se está analizando.

De acuerdo a distintas fuentes los demógrafos Peyser y Chackiel (199.), han elaborado el siguiente cuadro sobre el total de la población indígena censada en América Latina, y las estimaciones de mínima y de máxima que se realizan para corregir los datos.


Cuadro 1
AMERICA LATINA: POBLACION INDÍGENA TOTAL
(en millones)
______________________________________________________________________

Año Estimaciones Población censada
______________________________________________________________________

1940 10.9 a 29.3 b
1960 12.4 c
1970 12.5 i
1978-1980 18.8 d 26.0 e 26.3 i 34.2 g 15.7 i
1990 36.6 h 39.9 i 17.4 i
_____________________________________________________________________
a. Steward, J.(1949), Handbook of South American Indians, vol 5 y Marino, A (s/f);Handbook of Middle American Indians, vol 6, en Mayer y Masferrer (1979).
b. OIT (1953), Condiciones de vida y trabajo de las poblaciones indígenas de América Latina, en Mayer y Masferrer (1979).
c. Instituto Ineramericano Indigenista (1962), Anuario Indigenista. Vol 22, en Mayer y Masferrer (1979).
d. Maletta, H (1981).
e.Rodriguez y Soubie (1978), La población indígena acual en América Latina.Revista Nueva Antropología, vol 3, Nº9, en Mayer y Masferrer (1979).
f. Mayer y Masferrer (1979).
g. Gnerre, M.(1990), Indigenous Peoples in Latin America,. FAO, Working Paper Nº30 en The World Bank (1993).
h. Thein During, A. (1992).
i.Jordan Pando, R.(19990).
j. Población estimada a partir de censos sin corregir (Cuadro 3). Ciertos valores fueron interpolados y otros extrapolados. Para Ecuador se estimó a partir de Maletta (1978), cuyas estimaciones son en general más cercanas a los censos.
Extraido de Peyser y Chackiel 1994.

Según podemos observar en los datos hay un aumento a través del tiempo que se puede calcular entre 1980 y 1990 en alrededor de un 1 % anual, cifra inferior a la correspondiente al total de la región que es aproximadamente del 2 %, pudiendo suponerse que este crecimiento inferior es producto de los procesos de aculturación que afectan a los indígenas, que se deben agregar a los componentes de la dinámica demográfica -fecundidad, mortalidad, migraciones- que son los que afectan a cualquier población.

POBLACION INDIGENA DE LA REPUBLICA ARGENTINA
______________________________________________________________________
Grupo étinico Sinónimos más Filiación Localización Estimación Fuente
importantes lingûística demográfica
______________________________________________________________________
Aimara Salta, Jujuy 3.600 o 4050 1 Catamarca

Chiriguano Guaraní, Chahuanco Guaraní Jujuy, Salta 13.689 2

Choroti Yo’shuaha, Manjuy, Mataco Salta 719 2
Chorote, Eklajuy

Cholupì Ashluslay, Nivakle Mataca Salta 759 1

Coya Colla Español, Salta, Jujuy, 101250 1
Quechua Catamarca, 175000 3
Aymara Sgo del Estero,
La Rioja y San
Juan

Guana Kaskiha, Chané, Mascoi Salta 847 2
Terena (Arawak-
guaraní)

Lule-Vilela Chaco 2 1

Mapuche Araucano, Mapuche Buenos Aires 400044 o 1
Río Negro, Neu- 45049
quén, Chubut,
Mendoza, La
Pampa, Santa
Cruz.




Mataco Mataco Chaco, Formosa, 12.000 2 y 3
Salta, Jujuy. 24.740 1

Mbya Guaraní, Jegua Kava, Guaraní Misiones 1.000 4
Tenonde, Poranguei,
Apytere

Mocovi Español Chaco y Santa 2.876 2 y 3
Fé 5.277 1

Pilaga Zapitilagua, Yatpitlilaga, Guaicuru Formosa 1.137 2 y 3
Pitaleaes 3.375 1

Quechua Quechua Salta, Jujuy, 10.800 1
Tucumán y 12.150 1
Sgo del Estero

Tapieté Ava Tupi-guarani Salta 180 1

Toba komlik Guaicurú Chaco, Formosa 17.062 2 y 3
Salta 24.740 1

______________________________________________________________________

1. Brief Outline of the sutyaton on the ethnic minorities in Argentina, Nemesio Rodrígues, Primera Conferencia Mundial de Pueblos Indígenas, Canadá, Port Alberny, 1975.

2. Grupos indígenas en Argentina, area chaqueña y misiones, Miguel Algnel Bartolomé. La situación del indígena en América del Sud.

3. Censo Indígena Nacional. Ministerio del Interior, Buenos Aires, 1968.

4. Informacion proporcionada a CADAL por la Asociación Nacional Indígena de Panamá y por el Primer Congreso de Organizaciones Indígenas de centroamérica, Panamá, 1977.
______________________________________________________________________Reelaborado según los datos de la estimación preparada por CADAL sobre población indígena en América Latina, publicado por Bonfil Batalla, 1981.

De acuerdo a la magnitud de la población indígena de los países americanos podemos elaborar una tipología que incluya en un primer grupo a aquellos países donde el volumen demográfico indígena oscila entre el 40 y 60 % de la población nacional, como es el caso de Bolivia, Ecuador, Guatemala y Perú. A este grupo podemos agregar a México donde el porcentaje en el total nacional es inferior, aproximadamente el 12 %, pero donde la presencia cultural y el peso relativo en algunas regiones influyen para que los ubiquemos en este grupo. Estos indígenas constituyen cerca del 90 % del total para América Latina.

En un segundo grupo, podemos incluir a aquellos países donde, si bien el peso relativo de los indígenas es inferior, poseen zonas de resguardo o reducciones, como son los casos de Colombia, Chile, Honduras, Panamá y Paraguay.En un tercer grupo, debemos incluir a los grupos indígenas reducidos, generalmente habitantes de las selvas, como el caso de muchos grupos de Brasil, Colombia y Venezuela, que cuentan con este tipo de población en las cuencas del Orinoco y del Amazonas.

¿Que significa en términos demográficos ser indígena?
Significa por ejemplo que un niño que nace indígena ve multiplicada sus probabilidades de morirse antes de alcanzar el año de vida, respecto de otro que no lo sea
Cuadro 2.
TASA DE MORTALIDAD INFANTIL SEGUN POBLACION INDIGENA Y NO INDIGENA
______________________________________________________________________
Tasa de mortalidad infantil
País Fuente _________________________________________ Total Indígenas No indígenas
______________________________________________________________________

Bolivia Censo 76 153 168 107

Chile-IX Región Censo 82 48 59
Censo 99 20 45

Guatemala Censo 73 120 138 104
Censo 81 92 104 84

México Censo 80 35 55

Panamá Censo 80 60 120 31
Censo 90 31 80 23
______________________________________________________________________

Nota: Las cifras significan la cantidad de niños que mueren antes de alcanzar el primer año de vida cada mil nacidos vivos.
Fuente: CELADE 1990. Extraido de Peyser y Chackiel 1994

Para la correcta interpretación del cuadro precedente debemos considerar que la mortalidad infantil para el total de la región cerca de 1990 se puede calcular aproximadamente en un 50 por mil, correspondiendo la taza mas falta a Haití, cerca del 100 por mil, y las más bajas a Cuba, Chile y Costa Rica, cercana a 15 por mil, siendo las tazas inferiores que se registran en el mundo del orden del 5 por mil, lo que nos aporta una clara idea de la desgracia que significa nacer indígena en un mundo tan inequitativo.




Las dificultades teóricas antes planteadas se superan entendiendo que la categoría indio es una categoría supraétnica que hace referencia no a las características de los grupos que abarca, sino a la particular relación de estos con la sociedad global de la que los indios forman parte. El indio nace el 12 de octubre de 1492. Hasta ese entonces lo que existía era la rica diversidad de culturas antes señaladas. Luego de esa fecha lo que existe es el sometido, el colonizado, el indio que se define como tal solo dentro de la situación colonial de la que forma parte. La consolidación del régimen colonial va haciendo explícito el contenido de la categoría indio en la medida en que disloca el orden previo y va estructurando uno nuevo que se vertebra jerárquicamente y descansa en la explotación del sector recién inventado: el indio.

La diferencia cultural entre colonizador y colonizado se constituye entonces en un elemento estructural indispensable de la sociedad colonial. No tiene ninguna importancia lo diferentes que puedan ser entre si las culturas, lo que verdaderamente importa es que sean distintas del colonizador.

La categoría indio, compuesta entonces por todos aquellos que se consideran como tales y que son considerados así por el resto de la sociedad, “es una categoría analítica que nos permite situar al sector de la población así designado dentro del sistema social mayor del que forma parte: define al grupo sometido a una relación de dominio colonial y, en consecuencia, es una categoría capaz de dar cuenta de un proceso y no solo de una situación estática. Al comprender al indio como colonizado, lo aprehendemos como un fenómeno histórico, cuyo origen y contenido están determinados por la emergencia y continuidad de un orden colonial. En consecuencia la categoría indio implica necesariamente su opuesta: la de colonizador.” (Bonfil Batalla 1992)

Variable: Categorías: Indicadores:

Participes de la Indios Considerarse y ser considerados
situación colonial como tales por la sociedad.

Colonizadores No considerarse ni ser conside-
rados indios por la sociedad.

La superación de la contradicción a la que hacemos referencia, es decir la liberación del colonizado haría desaparecer la condición -y la categoría- de indio.

Por el contrario cuando hablamos de etnia como la variable que se refiere a las especificidades de los distintos pueblos definidos por sus rasgos socio-culturales propios, estamos en el campo de la descripción. De tal forma cuando hablamos de aymarás, tobas o mapuches nos estamos refiriendo a las características distintivas de cada uno de ellos.

“La identidad étnica, por supuesto, no es una condición puramente subjetiva sino el resultado de procesos históricos específicos que dotan al grupo de un pasado común y de una serie de formas de relación y códigos de comunicación que sirven de fundamento para la persistencia de su identidad étnica.” (Bonfil Batalla, 1992)

Los grupos étnicos se perpetúan sobre la base del lenguaje, que es el pensamiento mismo. El modo de consumo, la familia, las actividades hogareñas, el uso del tiempo libre, ciertas formas de asociación para el trabajo, la vida ceremonial ritual y festiva se encuentran entre las instancias institucionalizadas que permiten una práctica cotidiana diferenciada y en consecuencia hacen posible la permanencia de la identidad étnica. La cotidianeidad viene a ser el primer nivel de integración de las diversas esferas de la vida social, la totalidad de las actividades que caracterizan las reproducciones singulares, productoras de la posibilidad permanente de la reproducción social y en consecuencia la instancia mediadora necesaria entre el individuo y la naturaleza. La cotidianeidad es el último reducto de las prácticas sociales diferenciadas, es un elemento de principal importancia para entender los fundamentos de la dimensión étnica, teniendo en cuenta que los pueblos agredidos por el colonialismo buscan tornarse inaccesibles para reconstruir en su vida común los elementos que les permitan identificarse y resistir la forma más insidiosa de la dominación que es la colonización de sus almas. La liberación, que haría desaparecer la categoría indio, significaría la posibilidad de la afirmación de las distintas etnias y el paso de la condición de indios genéricos a la de indios específicos.


Pero los indios no son simples marionetas cuyos hilos son movidos por el colonizador de turno. Los quinientos años de dominación fueron también quinientos años de resistencia anticolonial que se manifestó con diversa intensidad en los distintos tiempos y lugares. En el noreste argentino los años 1895, 1911, 1934 y1935 fueron testigos de movimientos de corte milenarista de las parcialidades toba y mocoví que, con la Campaña al Norte del General Victorica, habían sido arrinconados en reservas sin respetar estilos de vida, filiación étnica, estructura parental ni liderazgos tradicionales. Agravada la situación por la explotación en haciendas de blancos como por el alud evangelizador que sobre ellos se abatiera, estallaron las revueltas acaudilladas por los chamanes-mesías que profetizaban que las tierras del Chaco serían devueltas a los indios y que los antepasados ilustres garantizarían el éxito en las batallas y la inmunidad de los combatientes.

En Paraguay y Brasil se desarrollaron los movimientos en busca de la Tierra sin Mal por diversas fracciones de grupos tupí-guaraní.

En Perú proliferaron los movimientos de resistencia desde el siglo XVI. El Taki Ongoy y el movimiento de Juan Santos Atahualpa (1742-1777) que aglutinó a las comunidades de la selva y contó con el apoyo de parcialidades desde Cuzco hasta Cajamarca, logrando luego de varios enfrentamientos armados mantenerse fuera del control de los blancos hasta el siglo XIX. Estos son sólo algunos ejemplos.

En Guatemala, en 1820, Anastasio Tzul condujo a 55.000 indios en la empresa de coronarse como rey, Tzul era descendiente de los antiguos señores, y dictar una Constitución autónoma. Aún hoy los 14 de septiembre se realizan fiestas en su honor.

La historia de México esta plagada de insurrecciones contra el orden colonial. La conocida del Estado de Chiapas es solo la última de la larguísima serie de movimientos que reclaman la autodeterminación para los pueblos indios.

Los más de cien años que van desde mediados del siglo XVI hasta 1664 los pasaron los indígenas de los Valles Calchaquíes luchando por mantener su libertad. Se conocen con el nombre de Guerras Calchaquíes las luchas llevadas a cabo por los indígenas que desde Cuyo hasta Charcas se alzaron contra el dominio español. El nombre proviene de Juán Calchaquí, que fue uno de los primeros caudillos que comandó la guerra. El éxito de los nativos en la misma parece haber sido el resultado del tipo de organización social que los mismos tenían. En ausencia de grandes señoríos el español se vio en la imposibilidad de desarmar la resistencia con la derrota de un solo jefe. Los distintos grupos hacían alianzas renovables en cada ocasión, y, si unos eran derrotados , otros estaban prestos para continuar la lucha.

Los epañoles necesitaban de la mano de obra indígena que era la riqueza fundamental de la tierra, y, en este proceso centenario, se fueron repartiendo en encomiendas , para el servicio personal, a los indios que lograban reducir, trasladando a grupos completos lejos de sus territorios ancestrales. Cuando finalmente en 1664 concluya la guerra, más de 11.000 indios, entre quilme, acalian, tolombón, paciocca, culalao, tafí, amaycha, anfama, etc. seran reubicados en distintas localizaciones de la Gobernación del Plata. Algunos, como los quilme y acalian irán a la actual provincia de Buenos Aires, donde se extinguiran, entre otras cosas por no poderse adaptar a las condiciones ecológicas tan distintas de sus valles originales, quedando de ellos solo el recuerdo en la toponimia. (Otonello, M.; Lorandi, A., 1982)

“El noroeste prehispánico, rico, pujante, eminentemente agrícola, fue cambiando su fisonomía por la de la región empobrecida que conocimos después. Los pocos indios que sobrevivieron dejaron de ser agricultores para convertirse en pobres pastores de cabras, sin que la economía colonial manejada por los europeos haya podido, sin embargo, florecer bajo la nueva perspectiva. Con la decadencia del Potosí y el surgimiento del puerto de Buenos Aires, el Tucumán colonial fue muriendo lentamente, lejos de los ejes del poder y ajeno a los intereses económicos del Viejo Mundo” (Otonello, M.; Lorandi, A., 1982)

Los anteriores son solo algunos ejemplos de los ya más de quinientos años de resistencia anticolonial, cuyos más importantes episodios son los que se desarrollan cotidianamente en el seno de las familias que luchan por el derecho de seguir siendo quienes fueron.

Los diversos movimientos indígenas, que cada vez van ganando en organización y claridad política, como lo demuestran las distintas organizaciones indias en los países Latino Americanos, se nuclean alrededor de demandas concretas:
1°-Defensa y recuperación de las tierras;
2°- Reconocimiento de la especificidad étnica y cultural;
3°- Igualdad de derechos frente al Estado;
4°- Contra la represión y la violencia;
5°- Contra la planificación familiar .-El peso demográfico de la población indígena se percibe como un poderoso recurso que debe incrementarse, por lo que todas las estrategias para mermar su incremento se perciben como un intento de debilitamiento o aniquilación de los indios-.
6°- Por el respeto a las expresiones culturales indígenas y contra la banalización y mercantilización que la folclorización de las mismas y la explotación turística implican.

La referencia al pasado, presente en todos estos movimientos, es altamente subversiva, ya que tienden a negar de plano la dominación colonial. “...La utopía india es un sueño del pasado inacabado hacia adelante. Pasado que se vuelve refugio de los deseos prohibidos, reivindicación de las injusticias del presente, recuperación del proyecto histórico y social truncado, concreción de las aspiraciones sofocadas.” (Barrabás, 1993) La referencia al pasado es el elemento que legitima la lucha, introduciendo, bajo la formula de una vuelta al pasado, un proyecto de sociedad futura. La conciencia histórica es la que permite fundamentar la identidad étnica y su expresión política que es la etnicidad. La conciencia étnica es conciencia de la diferencia. La memoria histórica explica esa diferencia remitiéndola al pasado, frecuentemente a los mitos de origen. “La etnicidad es conciencia de la desigualdad, de la opresión que pretende justificarse en la diferencia: es un proyecto político que reclama el derecho a la diferencia y a la supresión de la desigualdad.” (Bonfil Batalla, 1992)

Es sumamente edificante observar la sensibilidad creciente de nuestra sociedad frente a los problemas ecológicos. Lo que más moviliza es la defensa de la bio-diversidad. Este es un tema muy preocupante porque la conducta ecocida de nuestro proyecto civilizatorio hace que cada año se pierdan cantidad de especies animales y vegetales que la naturaleza tardó millones de años -tantos como la antigüedad de la vida en la tierra- en desarrollar en combinación con las otras formas de vida, y una sociedad basada en la producción ilimitada de objetos materiales y en la obtención del lucro inmediato va destruyendo a paso siempre acelerado. El problema es que la pérdida de la bio-diversidad hace que seamos cada vez más vulnerables a los problemas que pudieran sobrevenir con las pocas especies con las que nos relacionamos directamente. Tiene también un costado humanitario la defensa de especies por gentes que encuentran en esto la cura del vacío que debe haber dejado en sus almas una vida de frivolidad, sin dejar de reconocer el sentido positivo que tiene que los jóvenes tomen la defensa del medio en sus manos.

¿Que ocurre en tanto con las culturas? Los hombres tardamos también muchos milenios en desarrollar la gran diversidad con que, cuando comenzamos a mirar fuera de nuestro propio grupo, nos dimos de bruces. Este encuentro tuvo la enorme importancia de hacernos percibir que hay muchas respuestas al problema común de la reproducción. Una de esas respuestas terminó avasallando a las otras e imponiéndose como la única viable según los valores establecidos por ella misma. Generó sociedades estratificadas, donde la fragmentación del trabajo y la desigualdad en la apropiación de los bienes tiene su correlato en lo fragmentario, y entonces incompleto, de la comprensión de los procesos vitales de esos fragmento de seres humanos o seres humanos fragmentados que somos los hombres modernos. Así es como para referirnos a nuestras sociedades hablamos de sub-culturas populares, eruditas, folklóricas, etc. que son los segmentos que les corresponde a cada sector del conjunto de los aspectos necesarios para la reproducción. Qué idea totalizadora de la vida puede tener el ingeniero electrónico que ordena una pizza desde la computadora luego de pasear en el “ciberespacio” por los pasillos del Vaticano, y antes de estimularse con una serie de propuestas pornográficas de Tailandia. Y cuál el obrero que pasó diez horas embruteciéndose en una línea de montaje donde da media vuelta a una llave cada vez que se enciende una lucecita roja, esperando el momento en el que finalmente va a humanizarse enterándose del último exabrupto de Maradona.

Y cuando las culturas completas, no subdivididas, desaparezcan finalmente de la faz de la tierra: ¿ dónde iremos a buscar el ejemplo de hombres completos para poder inspirarnos en él y tornarnos más íntegros? ¿A las computadoras, donde habremos almacenado los estereotipos que la antropología ha ido construyendo a lo largo de los siglos de contacto desigual, creando modelos de simulación*? Desgraciadamente, en este caso no existe la posibilidad de una diva madura que tome en sus manos la causa de los diferentes, porque esa causa en sus manos, como en la de cualquier otro que no sea el diferente mismo no haría más que ser bastardeada y reproducir, ahora con buenas intenciones, -siempre las intenciones fueron buenas- el paternalismo etnocéntrico característico de sociedades tan intolerantes como las nuestras. No nos queda sino asistir fascinados al combate desigual en que se define si la humanidad producirá hombres íntegros o remedos de seres humanos producidos planificadamente para fines determinados, tomar mientras tanto conciencia de nuestras limitaciones como partícipes de una sociedad demediada y ver como solucionamos nuestros propios problemas.

Al respecto nos parece pertinente la propuesta lanzada por los antropólogos Marcelo Alvarez y Leonor Slavsky en el Simposio de Los Pueblos Indígenas y la Salud, convocado por la Academia Nacional de Medicina y la Sciedad Argentina de Pediatría el 18 de abril de 1996 “para la tarea de legislar sobre la defensa del patrimonio genético, étnico y cultural en la definición de políticas sociales de salud:

“1) Reconocer el hecho histórico de que la deshegemonización del mundo dominado por Occidente es simultáneamente su deshomogeneización. Por tanto, la autoridad -académica y política- para representar a los otros está confrontada. Una hegemonía cultural productora de discursos de poder está siendo remplazada por una multivocalidad de identificaciones y autodefiniciones, por la legitimidad de la voz y los textos de los otros. En países como la Argentina -diversificado al mismo tiempo que “imaginado” de manera homogeneizante- la consigna multiculturalista se relaciona directamente con el derecho de las poblaciones indígenas a su identidad diferenciada.

2) Acordar que una nueva agenda de políticas públicas -sociales, sanitarias, culturales- basada en la diversidad sociocultural debe tener en cuenta los movimientos que se están produciendo con las identidades étnicas y las poblaciones indígenas, inmersas en una serie de procesos de cambio, de auto-definición y auto-representación, producidos en su interior y en el contacto con el entorno en sus distintos niveles -local, regional, nacional, internacional-./.../

3) Recomendar que desde la ética profesional se impongan nuevas pautas de relacionamiento por las cuales los “objetos” de investigación o de aplicación de prácticas de desarrollo, salud y educación pasen a ser “sujetos” participantes activos. Tomando nota de recientes denuncias de análisis de HIV inconsultos, proponemos exigir que el consentimiento informado rija la realización de cualquier investigación científica y tecnológica que involucre a poblaciones indígenas.” (Alvarez M; Slavsky L, 1996).

Así la antropología, surgida como un discurso de legitimación de la supremacía del hombre blanco sobre todos los otros -por lo menos de acuerdo a la escuela evolucionista-, que creció como la fuerza auxiliar del colonialismo a quién sirvió mediante la realización de estudios tan inútiles para los pueblos que estudia como útiles para los dominadores tiene un compromiso histórico impostergable. Precisamente en las últimas décadas antropólogos de diversos países y tendencias tratan de construir un conocimiento que revierta a los pueblos colonizados, priorizando los estudios sobre la supervivencia y las luchas de liberación, en un intento por devolver a los indios y a otros pueblos estudiados la parte de conocimiento que pueda serles útil.

* En los programas de procesadores de texto el sinónimo de indio es: aborigen, indígena, salvaje, antropófago, nativo, primitivo.

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